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Uno. Siempre que viajamos aprendemos. Cuando nos separamos de lo cotidiano estamos más atentos; lo desconocido nos hace estar más alerta. Y habitualmente, se despierta el 'mono curioso' que todos somos. Sí, claro que no todos tenemos la misma actitud: hay personas que ponen su ... empeño en conocer-aprender de lo distinto y, en el otro extremo, hay personas que pasan por la vida sin inmutarse, mirando al teléfono móvil.
Javier Reverte, en 'El sueño de África', cita a Graham Greene: «Viajar permite huir de la rutina diaria, del miedo al futuro»; y por su parte, afirma: «Viajar tiene algo de nacimiento». Desde diversas perspectivas, se ha escrito mucho sobre los viajes; periodistas, antropólogos, historiadores, viajeros y emigrantes han destacado el impacto vital que significa adentrarse en lo desconocido. En el olimpo de los viajeros tenemos que situar al mítico Ulises, de Homero, y el literario Don Quijote, de Cervantes, y el Phileas Fogg, de Julio Verne; y a los históricos y clásicos: Herodoto, Marco Polo, Pizarro, Sebastián el Cano, James Cook, Humboldt, Darwin, Linvingstone, Stanley, Speke, Peary, Amundsen, Shackleton…. La lista ocuparía muchas páginas, y siempre sería incompleta y criticable. Mucho más próximos, y desde otras perspectivas, tampoco podemos olvidar al periodista Kapuscinski, ni a Cela con su viaje a la Alcarria. Y Cortazar, en su 'Vuelta al día en ochenta mundos', sugiere que viajar también es mirar a nuestro interior, reflexionado sobre nuestra propia existencia, y, recordar, y/o fijarnos en el entorno cotidiano, y/o leer y dejar volar la imaginación.
María Zambrano reflexiona sobre el exilio. León Felipe escribe: «Hala, hala, hala, a caminar, a caminar; a viajar… a viajar… hasta que lleguemos a la Gran Ciudad». Y Antonio Machado recuerda el paisaje de su infancia sevillana, relata su experiencia soriana y escribe: «Caminante, no hay camino: se hace camino al andar».
La curiosidad y el deseo de conocer está detrás de muchos viajes. Y junto a estás motivaciones la aventura ha sido y es un factor fundamental. También se ha perseguido la gloria de ser el primero en llegar donde nadie ha llegado. Y la ambición económica; sí, la búsqueda de El Dorado. No puede olvidarse que la conquista, la colonización, la evangelización y el establecimiento de rutas comerciales, han escrito muchas páginas en la historia de las exploraciones. Un capítulo importante lo escriben los emigrantes, los que ha tenido que dejar su tierra para salvar su vida o para dar de comer a sus hijos, aquellos que han tenido que viajar al oeste atravesando territorio indio. Vemos a estos viajeros en las películas, y también en los telediarios junto a las vallas de Ceuta, y en nuestras calles haciendo trabajos de limpieza y cuidando a nuestros ancianos. En otros términos: la historia de los viajes tiene páginas de gloria, triunfo, superación y progreso y, también, capítulos de pobreza, de explotación, de egoísmo.
Dos. Los privilegiados ahora somos turistas. Para desconectar de la opresión cotidiana dejamos nuestra casa y pasamos un fin de semana en una localidad a cientos de kilómetros. Y en verano, compramos ropa en Decathlon y nos ponemos en carretera (algunos guardan en la maleta la novela de Kerouac). Sí, con frecuencia me convierto en turista. Por otra parte, como sabemos, el turismo es un sector económico importantísimo: el valor económico, cultural, social, laboral es enorme. Pero existe el riesgo de 'morir de éxito'; la mala planificación y gestión del turismo provoca serios problemas, entre otros: masificación, pérdida de la cultura autóctona, molestias para los vecinos, especulación de la vivienda, deterioro medioambiental.
Hace poco pasé un fin de semana en tierras palentinas y hace tres meses estuve en Andalucía. Estos viajes me recordaron, otra vez, que España es diversa y riquísima. Y también me surgieron varios interrogantes: ¿Por qué hay pueblos con un urbanismo cuidado mientras que en otros observo tantos disparates? ¿Si se quiere que vengan turistas por qué no se les trata correctamente? ¿Dónde está la inspección de las instalaciones de los hoteles, restaurantes y bares? ¿Qué hacen los responsables de las señales e indicaciones? ¿Nos damos cuenta de que la suciedad de nuestras localidades da una imagen de cómo somos? ¿Si en algunas poblaciones se multiplican los habitantes por qué no aumentan proporcionadamente los encargados de atender a los distintos servicios? ¿Por qué no se cuida mucho más el patrimonio cultural y natural?
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