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Asistí a una conversación informal, espontánea, sin pretensiones, pero con mucha miga. Un padre comentaba lo bien que iba su hijo en la escuela, pero ... enseguida subrayó que lo importante es que se convirtiera en una buena persona. En mi opinión, ese padre está muy acertado. Claro que es importante aprender matemáticas, física, historia e inglés, pero es fundamental adquirir unos valores básicos para vivir de forma armónica (los viejos griegos distinguían entre instrucción y educación).
Para vivir y convivir necesitamos tener una guía que nos muestre cómo comportarnos, que nos ayude a decir sí y a decir no, y a saber qué es correcto y qué no lo es. Los valores constituyen criterios en los que apoyarnos: proporcionan seguridad. Son referencias fundamentales que ordenan nuestra vida y ayudan en las elecciones vitales: las cotidianas y las que se refieren al proyecto general de nuestra existencia. Por otra parte, para la satisfacción de las necesidades básicas y para que la convivencia sea lo más armónica posible, las sociedades hacen esfuerzos para que todos los miembros del grupo compartan unos valores. La socialización, la educación, se ocupa de hacer esta tarea fundamental.
Vuelvo al principio. ¿Qué se quiere decir cuando indicamos que alguien es buena gente? Seguro que si preguntamos encontraremos una gran coincidencia. De pequeño escuchaba expresiones como: «De familia humilde, pero honrada». Y, «Hay que tener palabra» (hay que ser de fiar, o ser cabal). Se debe ser íntegro, con principios, y coherente. Y el consejo: «Es de bien nacidos ser agradecidos». También que hay que pedir perdón cuando uno se equivoca. Se insistía mucho en que fuésemos educados, y respetuosos, y amables. Y también generosos (solidarios). Y de buen carácter, para generar un buen ambiente. Y se decía, con admiración, que una persona era bondadosa. También se elogiaba la profesionalidad, el esfuerzo por hacer las cosas bien y cumplir con lo acordado. Se subrayaba la honestidad en todos los ámbitos de la vida.
¿Dónde se enseñan esos valores y pautas de actuación? Pues, fundamentalmente, en casa, y sobre todo con el ejemplo; y se adquieren en los primeros años. Estas formas esenciales de actuar y de estar en la sociedad, las transmiten los abuelos jugando con el niño, y los padres a la hora de comer, cuando ven y comentan la TV, y con el ejemplo diario. Y, entre otros modos, se transmiten diciendo a los niños: eso es correcto y eso otro no lo es.
Además, la escuela siempre ha tenido entre sus objetivos formar en valores. Así, Adela Cortina, en 'Ética de la sociedad civil', dijo: «Construir una sociedad civil con vigor ético exige, como elemento indispensable, que aquellos valores en los que esa sociedad cree se trasmitan a las generaciones más jóvenes a través de la escuela, el grupo de edad o los medios de comunicación». Victoria Camps, en 'Los valores de la educación', hace hincapié en el valor de la responsabilidad y, por otro lado, a tolerar las diferencias (teniendo claro que existe un límite: los derechos universales). Por su parte, Fernando G. Lucini propuso el siguiente esquema de valores: Justicia-solidaridad; respeto-tolerancia; responsabilidad; libertad; vida (que incluye desde el cuidado del medio ambiente hasta el cuidado de la salud).
Tampoco hay que olvidar los consejos de los más antiguos. Entre muchos, los llamados Siete Sabios de Grecia trasmitieron unas máximas que han permanecido. Así: «Nada en demasía»; «Aconseja no lo más agradable, sino lo mejor a los ciudadanos»; «Conócete a ti mismo»; «En el camino no te apresures en adelantar»; «Obedece las leyes»; «La falta de educación es pesada»; «Escucha mucho»; «La precipitación es resbaladiza»; «La serenidad es algo hermoso»; «La democracia es mejor que la tiranía». Por su parte, Marco Aurelio señaló los principios que aprendió de sus mayores: de su abuelo el carácter afable; de su padre la modestia; de su preceptor a soportar estoicamente las dificultades. También menciona haber recibido otras muchas enseñanzas: a ser benévolo; a amar la verdad, y la justicia, y la libertad, y la constancia.
Concluyo. Estos principios y valores deberían estar presentes en todos los ámbitos: en la familia, en la actuación política, en la económica, en las relaciones con los compañeros de trabajo, entre vendedor y cliente, entre el funcionario y el ciudadano.
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Ana del Castillo
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