Aires de fiesta

Ya inmersos en nuestras fiestas patronales en honor de La Virgen Grande. Los menos jóvenes recordamos una canción de Karina que hablaba de aquellos «chicos y chicas radiantes de felicidad», y remataba con «Para-pa-pá». Y también hoy, lo mismo, como hace años, las ... peñas y una juventud, acaso menos numerosa, inundan el ambiente festivo con su jubilosa alegría. Sin perder la esperanza de nuevos encuentros, florecerán vivencias y nostalgias. La perspectiva de los años mantiene vivos nuestros recuerdos. Sustentan el discurrir de nuestras vidas. Por estas fechas, Paco Cayón, corresponsal vitalicio de El Diario en el municipio, solicitaba colaboraciones para actualizar los proyectos y problemas más acuciantes del entorno. Más o menos la vida sigue igual, como lo cantaba Julio Iglesias, pero no todo es fiesta. Ahí continúa nuestro Palacio Municipal, reliquia de un pasado decimonónico, el grandioso Ferial de Ganados en plena metamorfosis, y ese bello pero interminable cuento de La Lechera. A pesar de las lógicas diferencias ideológicas existentes en la Corporación Municipal convivimos en un estanque dorado. Cuesta entender las situaciones conflictivas que está creando esa ZBE, —ya saben, lo de las «bajas emisiones»— tan deseada e idílica para los políticos, frente a la plataforma ciudadana Salvar Torrelavega. En la calidad del aire de la zona perimetrada del proyecto –exclusivamente comercial y a la baja— no hay ni vestigios de nuestro pasado industrial. Menos mal que las reliquias de Sniace fueron plató de la serie televisada «Segunda muerte». ¿Estaremos orgullosos de terminar como un parque temático «sin emisiones»? ¿A qué viene esa premura e improvisación servil de la política local? Si algo de verdad cambió en nuestro municipio en estos últimos años ha sido el aire que respiramos, algo que las generaciones jóvenes, por suerte, ya ni experimentaron.