Al Dobra y en tobogán

¿Y por qué no? Quizás no esté muy bien definido eso de la «sostenibilidad turística», pero tal como dicen los que saben, si queremos proyectar el turismo de nuestro entorno necesitamos mucha imaginación. Habrán visto las polémicas suscitadas por los pisos y apartamentos turísticos; ... tampoco paramos de buscar más suelo industrial para recuperar lo perdido, o suelo artístico donde plasmar nuestra vida cultural, tanto musical como plástica, ¿por qué no esa idea de la ruta cuaternaria del Dobra? ¿acaso para respirar aire puro en el municipio sólo vamos a disponer de la Zona Baja de Emisiones? Pese a vivir aquí casi sesenta años, debo reconocer que el Dobra es mi asignatura pendiente. Dos o tres veces llegué hasta la falda del monte: lo de ascender –cosa que hicieron algunos de nuestros hijos– siempre lo dejaba «para cuando me jubile». Y ahora me parece que va a ser que no. Sin embargo, con este modelo turístico, aunque no lleguemos hasta el pico de La Capía, si ese proyecto cuenta con espacios para ocio familiar y merenderos, no perdamos la esperanza. Y además de un centro de interpretación ¿por qué no añadimos un tobogán mecánico? ¿Se imaginan? No ignoro que hay un proyecto de tobogán para el Parque de la Naturaleza de Cabárceno promovido por el consejero de Turismo, y que incluso este artilugio ferial llegó a provocar una crisis en el gobierno autonómico con movida de cargos intercambiables; si se aprueba, seguro que oiremos rechinar muchos dientes, sobre todo los de Juan Hormaechea. Pero aquí somos menos conflictivos; no podemos tener un «Cabárceno», claro, pero será fantástico poder ilustrarnos y a la vez pasear entre las grandes esculturas de bisontes, tigres o mastodontes. El funicular vendrá después; bastante tenemos ahora con los aparcamientos, el tren, La Lechera, y El Patatal. Imaginación no falta, y si viene acompañada de muchos euros –nada despreciables los europeos– mucho mejor.