Manuel Barquín

Este es el nombre de nuestro céntrico parque. En él jugaron y corretearon hijos, nietos, antepasados… Un espacio verde y acogedor, tanto de jóvenes parejas como de solitarios paseantes meditadores o adolescentes bulliciosos. Siempre lo decimos: un pulmón en pleno corazón de la ciudad. ¿Desde ... cuándo lo tenemos? Su gestación en la década de los años 50 del pasado siglo no fue nada sencilla. Entre 1947 y 1953, el presidente de la Corporación era el alcalde don Manuel Barquín Agüero, hijo y vecino del municipio. Torrelavega estaba volcada en una urgente y necesaria modernización urbana, tanto en su casco antiguo como en los barrios periféricos. Múltiples tareas nada fáciles para una Corporación con presupuestos muy limitados, como tratar de conseguir una nueva traída de aguas, algo que tardaría en realizarse, lograr unas travesías urbanas ágiles, acordes con las demandas del fuerte empuje industrial, a lo que se unía la apremiante construcción de viviendas, y tantas otras cosas. ¿Pudo hacerse mejor? Claro, pero se ejecutó entre apuros y dificultades. Años después me lo comentaba mi buen amigo Manuel Toca, concejal de obras en aquella etapa. Sorprendentes cifras. En los años 50, del presupuesto para obras de nueve millones de pesetas fueron destinadas 600.000 pesetas al parque, ya en construcción. La idea del proyecto era concluirlo en cinco años: se inauguró en tres. Ahora leemos que vamos a solicitar a los fondos europeos más de cuatro millones de euros para reformarlo. Obras y más obras, reformas y más reformas; calles levantadas y árboles que se quitan ¿Gastamos juiciosamente el dinero público? ¿Por qué no somos capaces de mantener, conservar y mejorar lo preciso? De los nueve alcaldes entre 1937 y1974, sólo es nombrado en el callejero don Manuel Barquín. Bendito sea por ese parque que nos ha dejado. ¿Y los otros alcaldes? ¿Acaso no hicieron nada? Ni calles, ni placas, ni bustos. ¿Son innombrables?