Mayo florido y hermoso

Además este año será electoral y muy esperanzador para quienes están en las listas. Todo un honor y una responsabilidad ser seleccionado por los vecinos de tu pueblo para que los representes como concejal o diputado. Todavía recuerdo los comentarios ilusionados de mi colega el ... Dr. Manuel Teira al ser designado alcalde de Torrelavega en las elecciones municipales de 1979, las primeras votaciones tras la muerte del general Franco. Hace unos días, en estas páginas, recordaba Salcines que en junio de este año se cumple el centenario del nacimiento del Dr. Teira. He sido afortunado por haberlo conocido como compañero, excelente persona y buen amigo. Tuve la satisfacción de publicar su biografía en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. Muy liberal y de amplia cultura, un profesional bien acreditado, el primer cardiólogo establecido en nuestra ciudad, complicaba su vida en los difíciles momentos de la transición democrática. Manolo Teira nos sorprendió. Quizás su mayor acicate fue la impronta paterna en los años de su adolescencia. Don Gabino Teira, ilustre torrelaveguense y concejal —hoy da nombre a la biblioteca municipal—, llegó a ser presidente de la Diputación Provincial entre 1933 y 1935. Hombre honesto, miembro del Partido Republicano Radical (PPR), apoyó en 1934 a Alejandro Lerroux —presidente del gobierno de la República— frente a las ideas revolucionarias de Largo Caballero (PSOE) instigando la trágica Revolución de Asturias. Manolo Teira, alcalde, tuvo que afrontar cuatro años muy duros: paros, cierres, escraches, algaradas, huelgas indefinidas y hasta una de hambre sobre la escalera de mármol del Ayuntamiento. Consiguió entre sus mayores recompensas: el hospital Sierrallana para su pueblo. No se presentó a la reelección. Rencores, pasiones e imposiciones no encajaban con su espíritu liberal. A la hora de votar, está visto que en las municipales cuenta más la persona que las siglas de los partidos. En las nacionales, ni la edad discrimina, incluso estimula ver a Tamames o a Biden en USA. Madurar una democracia lleva tiempo, y servir en política no es servir a los dirigentes de los partidos; tampoco los partidos deben ser oficinas de empleo y de estómagos agradecidos. ¿Qué decía Guerra?: «El que se mueva no sale en la foto». Recordemos a Cervantes: imposible ser Quijote y político, pero para gobernar la ínsula Barataria vale Sancho, o un Sánchez cualquiera. Ni es preciso el don de lenguas, ni tampoco hace falta doctorarse o ser un 'Demóstenes': honradez, veracidad y credibilidad. Votemos. La democracia, aunque encontremos maleza, hay que cultivarla; tiene un precio y la libertad también. En mayo, a los lectores corresponde reflexionar: con este 'Soportal' nos vamos de vacaciones.