Memoria, memoria...

El presidente vasco Aguirre desde Cantabria pudo volar a Biarritz, y en submarino el general Gamir con su asesor el general ruso Vladimir Gorev y algunos políticos llegarían a Gijón. Sabemos el final. Todavía faltaban 20 meses para la derrota o la victoria. ¿Buenos y malos? ¿Víctimas y verdugos? De un poeta anónimo medieval: «Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos…», y viceversa vale. Nada menos que ocho cruzadas sangrientas. Interesantes declaraciones de Manuel Ortiz en El Diario del domingo pasado. Este torrelaveguense de 86 años, como todos los españoles de esa generación, no pudimos elegir.

Él nació en Manresa, yo en La Coruña. La guerra nos la dieron hecha y también su final. Por los pelos nos libramos de la guerra mundial que asoló el continente. Sorteando los totalitarismos no caímos bajo las garras del comunismo: media Europa tras el Telón de Acero ¡casi 50 años! Ni odio ni resentimiento fue la mejor herencia de nuestros padres y educadores, aun cantando «Cara al Sol». Llegar a la Transición fue nuestra gran victoria. ¿Quiénes ganan hoy resucitando envidias y rencores de un pasado que no vivieron ni conocieron? «Cuídate España, de tu propia España»: es de Pablo Neruda, pero también vale.