Aforismos políticos

–Habent sua fata libelli, Boris...

–¿Cómo? – preguntó.

–«Tienen los libros su propio destino». El tuyo también, no te preocupes.

–Si quieres, te digo algunos aforismos– ofreció.

–Nos sentamos los dos en el sofá.

–Aquí va uno: «Los indecisos son los que deciden».

–Tienes mucha razón. Deciden o porque no se deciden y por tanto se quedan en casa, o porque de indecisos pasan a 'decisos'. O sea, un indeciso decide tanto manteniendo la indecisión como resolviéndola. ¡Así que los sociólogos andan de cráneo!

–Aquí otro: «Los extremos son los que centran».

–Tampoco te lo discuto. Como se suele ganar por el centro, todo partido con un extremo a su lado parece, ipso facto, más moderado. Boris, vas muy bien. No será una obra como la de Maquiavelo, pero sí un librito curioso.

–Perdona, Nin, no te considero autoridad en teoría política, no te vengas arriba. He aquí otro aforismo: «La infografía es el certificado del incumplimiento».

–Hay que matizar; deberías añadir «en tiempo de campaña electoral». Estamos a un tris de que la Inteligencia Artificial escriba los discursos de los candidatos y convierta el programa electoral en un álbum gráfico de realidad fantástica.

–Es de temer. Otro más ahora: «Los partidos caen como piedras o como plumas».

–Interesante, gato. Como piedras, si el peso de su desgaste acelerado no halla resistencia sociológica bastante. Alguno parece que andará en ello mañana. Y como plumas si el desgaste es menor y las brisas gentiles reducen la velocidad natural del desplome.

–Para no caer en más spóiler – añadió Boris -, te dejo este: «La oposición hace una campaña y el gobierno dos».

–Esta vez ha sido más verdad que nunca. Mira, te voy a citar de un personaje de Shakespeare: «Es excelente tener la fuerza de un gigante, pero tiránico usarla como un gigante».

–Se han excedido en trámites y anuncios, dices… - resumió Boris.

–Lo de la prohibición legal de inauguraciones o comentarios triunfalistas ha quedado en ridículo. Será casi milagroso que se vean éxitos de las oposiciones. Muy harta tendrá que estar la gente para sobreponerse a tamaño diluvio. Por cierto, Boris, ¿no habrás intervenido en estos artículos solo para hablar de tu libro?

–Lo siento, Nin, es que lo de los libros está mucho mejor pagado– replicó sincero.

–«La sardina es la sardina»: esto debería ir también en tus aforismos, gato.