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Olía a incienso. A mucho, la verdad. El gato Boris había prendido dos varillas ante un pequeño altar con una figurita sonriente como de un Buda.
–¿Ahora eres un gato budista? –pregunté.
–Siempre lo fui, Nin –replicó–, pero no es Buda este…
–¿ ... Pues quién?
–Acércate y ponte las gafas, ya ves menos que un gato de corcholina.
Efectivamente, no era Gautama, sino un hombre con barba blanca, lentes en montura fina y casi calvo, que sonreía de oreja a oreja; con su mano derecha empuñaba un cucharón.
–¡Tezanos!
–El profeta Tezanos en la cocina –me corrigió Boris.
–Vale, pero ¿por qué lo adoras?
–No adoro, es investigación psíquica.
–Eso no es serio…
–¿Serio como el CIS, quieres decir? –se burló.
–¿Qué puedes averiguar mirando esta efigie y medio fumando?
–Perdona, yo veo las cosas con ojo de gato. Por ejemplo, esa sonrisa orejera es por el encogimiento de Revilla a la mitad de votos.
–Exageraciones de profeta, Boris, todos son un poco Jeremías.
–También la sonrisa puede ser por el 2-3 de Podemos. Si quieres el poder, tienes que besar la momia de Lenin. Pero si el margen de error se materializa, quedarán el comunismo sin revolución y el regionalismo sin revolcón –su cola se movía graciosamente a uno y otro lado, como la de un director de orquesta.
–No creo que la sonrisa se deba a Ciudadanos, Boris. Sería cruel.
–Por lo que he visto entre humo, aquí hay unos donantes, el regionalismo y el ciudadanismo, y unos receptores, todos los demás.
–Como PP y PSOE –le seguí.
–Yes. Eran préstamos que han vencido y ahora se devuelven.
Abandonó el cojín ante el altarcillo y de un salto se arrojó al sofá, donde se tumbó panza arriba sin ninguna reserva.
–Aaaah, cómo cansa la prognosis. Pobre Tezanos, cuánto debe de trabajar en la cocina.
–Entonces, Boris, ¿qué conjeturas?
–Si por profecía científica entendemos, como decíamos ayer, anunciar lo que no va a suceder, ya te digo que el regionalismo no ganaría y el ciudadanismo saldría del Parlamento. Todo lo demás tiene un margen de error muy superior al de que tú te equivoques al traerme las sardinas. Que no son pocas veces, ya que hablamos de ello. Las compras demasiado grandes.
–¿Y cuál sería la profecía no científica, cocinada?
–Balón al larguero, chato.
–¿Balón a dónde?
–La mayoría que anhela cada cual es un balón que va a pegar en el larguero y el Gautama Tezanos no sabe si luego entra en la portería o sale disparado hacia la grada.
–Podría rebotar de nuevo hacia el campo, para un segundo chut.
–En democracia ese rebote, no siendo imposible, tampoco es probable –pontificó meneando una pata indolente.
–Vaya, ahora parece que el Buda eres tú. Duerme un poco, que no me has aclarado nada. A ver mañana el profesor Michavila.
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