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El asunto de los trenes de diámetro superior al del túnel ha tenido dos consecuencias negativas. La primera, el propio retraso en sí mismo y el encarecimiento del coste final de lo que se haga. Pues, cuando se aplaza una actuación en época de estabilidad ... monetaria, esa demora se 'paga' en oportunidades perdidas (respecto de si se hubiese hecho con diligencia); mas, cuando se difiere en una época inflacionaria, además se paga en coste económico directo, requiriendo la misma cosa un mayor esfuerzo del contribuyente y restando inversión de otros capítulos del gasto.
Pero hay una segunda derivada, no menos importante. Cuando se hicieron «rodar cabezas», para que los políticos autonómicos afectados en su imagen no quedaran expuestos cuatro meses antes de las elecciones, una de las 'decapitadas' fue la secretaria de estado Isabel Pardo de Vera. Como alguna vez conocí de primera mano su visión del panorama general del ferrocarril de Cantabria, creo que puedo dar fe de que tenía un compromiso personal claro con la línea de Palencia. Mucho de lo que se ha avanzado en esta conexión se debe a la voluntad de esta gestora de dar continuidad a lo que el ministro cántabro de Fomento, Íñigo de la Serna, tenía ya emprendido hace cinco años. Y en ausencia de esta mujer, ya no tengo yo por tan cierto el nivel de compromiso. A ver si la cabeza que está rodando finalmente resulta ser… la nuestra.
Recordemos, no obstante, que ni siquiera se habían aventurado a dar unas fechas aquilatadas para alcanzar Reinosa. Naturalmente, como las instituciones no pueden hacer alardes de realizaciones a partir de este lunes 3 de abril (si lo hacen, la Junta Electoral podría sancionar a los responsables), las canteras no dan abasto para suministrar primeras piedras, y hemos visto más infografías que en ese programa de los gemelos norteamericanos que rehabilitan casas. Pasados ya cinco años, se nos quiere convencer de programas milmillonarios de inversión en Cercanías e integraciones ferroviarias (se han cumplido ya cuatro años del pacto secreto entre administraciones en Torrelavega para aplazar su soterramiento, que sigue aún sin comenzar), cuando no existe certeza para la línea de la Meseta y hasta julio no se sabrá si hay financiación de la UE para el Santander-Bilbao (si no la hay, no se podrá hacer; si la hay, no se sabe cuándo se podrá hacer, porque es una obra muy compleja). Nadie parece tampoco reparar en que Bruselas irá retornando a la estabilidad presupuestaria y, por tanto, todos los cronogramas de infraestructuras se escriben ya a lápiz y a veces en el agua.
Ejemplos de esto, que no es temor infundado, sino experiencia de cántabro escarmentado, podemos verlos en las autovías. Se ha licitado un tramo de la A-73 (Aguilar-Burgos) al que han concurrido bastantes empresas. Su plazo de ejecución ha pasado de dos a tres años a partir de la adjudicación. Eso quiere decir otoño de 2026, pero es que quedan bastantes tramos más, que no se han licitado. Esta autovía fue impulsada ya en época del ministro Cascos en Fomento. No es que haya llovido, es que ha granizado y ha caído hasta la calima sahariana. Y uno tiene que pensar que si esta autovía, tan importante para Cantabria como para la 'Castilla vaciada', hubiera sido promocionada al alimón por ambos gobiernos autonómicos, ya estaría totalmente terminada.
Parte de su importancia es que, vía Burgos, nos conectará con Logroño (y por tanto con Pamplona y con Zaragoza, es decir, con Sagunto y con Barcelona) por medio de la A-12, también en construcción. Aquí, como en la A-73, el retraso del Ministerio obliga a rehacer técnicamente los proyectos, lo cual demora toda la autovía, especialmente los tramos de la provincia de Burgos. Hay que recordar que esta autovía tenía en 2017 aprobado técnicamente todo el itinerario. La conexión, pues, de la columna vertebral Santander-Torrelavega-Corrales-Reinosa a los ejes Burgos-Madrid y Burgos-Logroño-Mediterráneo se hará de rogar mucho tiempo. Nadie espera la conclusión de la A-73 antes de 2030 (opinión general en Burgos). Y la A-12 podría terminarse incluso más tarde aún.
Aquí no estamos hablando de grandes ferrocarriles, ni de mega transformaciones urbanas, ni de renovaciones totales de equipamiento. Simplemente de la capacidad para terminar con cierto ritmo lo que lleva veinte años estudiado, diseñado y aprobado, mas solo muy parcialmente ejecutado. Nadie sabe poner hoy fechas a la plena articulación viaria y ferroviaria de Cantabria con su entorno territorial. No es buen síntoma, ni de lo obrado ni de lo por obrar.
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