Éxito exterior, dilema interior

Sin duda, un objetivo de toda política regional es hacer que haya más oportunidades para que tales triunfos, que muestran la densidad de talento de la región, se aprovechen más y mejor aquí. Pero la talla de la oportunidad será siempre menor que el cuerpo del potencial mérito.

El éxito exterior también revela otra dimensión de Cantabria. Esos cántabros vuelven periódicamente, mantienen comunicación, retienen afecto. Son autovías humanas hacia empresas e instituciones con las que, de otro modo, no es tan fácil relacionarse. Cuando se despertó hace cien años el primer debate regional amplio en España, algunos articulistas llegaron a recomendar en la prensa local que hiciéramos una región con Madrid. Esto era antes del turismo masivo de sol y playa hacia el sur. Luego, ya a nadie se le ocurrió insistir en una cosa tan difícil de ver en el mapa.

Valdecilla existe gracias a un emigrado que hizo fortuna con el azúcar en Cuba. Es un dilema que puede seguir presentándose para nuestra gente joven: acomodarse a lo que hay aquí, con limitaciones, o salir al mundo con hambre de biografía. El mensaje de Pereda en la novela Pachín González era: qué bien se está uno en el pueblo. Pero, ¿quién hubiera hecho Valdecilla? Juan G. Bedoya nos deleita con crónicas desde Tollo, pero hubo de salir, como tantos lebaniegos, para, algún remoto día, poder enviarlas desde su pueblo y llegar a todo el universo. Es un ideal: salir particular, regresar como un particular universal. Feliz quien pueda.