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El avance de resultados de la Encuesta Social de Cantabria 2022 de Icane nos presenta datos de claro interés, cada uno de los cuales resultará, para el 'periodiscopio', un bonito tema de reportaje, entrevista, infografía o lo que se tercie. Hoy quiero extraer de dicho ... sondeo algunas reflexiones relativas a la evolución en el tiempo, por un lado, del grado de optimismo o pesimismo de la sociedad cántabra ante su futuro más o menos cercano; y por otro lado cómo, en paralelo, ha evolucionado el sentimiento de identificación con la región (el 'regionalismo' entendido como apego de conciencia, y no como una vertiente política determinada). Además, la encuesta nos permite observar esa evolución en hombres y mujeres diferenciadamente.
Cuando se preguntó para este último estudio si la situación de Cantabria mejorará o empeorará en los próximos 5 años, predominaron las respuestas negativas sobre las positivas. En hombres, la negatividad se ha triplicado desde 2015 y la positividad ha caído a cerca de la mitad de lo que era entonces; en las mujeres, se ha triplicado el valor negativo y el positivo se ha visto reducido a la mitad. Claramente los cántabros éramos menos optimistas en 2022 que en 2015. Esto no deja de ser intrigante, ya que en 2015 apenas había comenzado la recuperación desde el fondo recesivo de 2013, mientras que en 2022 el crecimiento era intenso tras el shock del año covid.
En cuanto a la identidad, prácticamente no había variado en ese lapso: un 77% de hombres y un 76% de mujeres se sienten bastante o muy regionales en 2022, un avance de décimas sobre la referencia de 2015. Esto, resumido muy en grueso trazo, nos sugiere lo siguiente: la sociedad cántabra llegó a 2023 manteniendo su vocación regional, pero mucho más pesimista que en otras ocasiones. ¿Por qué? Los cuadros de preguntas sectoriales permiten apreciar un descenso en valoración de la sanidad (el descontento subió tres puntos) y un constante predominio de evaluación negativa sobre la economía.
Por instituciones, esto se refleja en que apenas un tercio decía en 2022 confiar en Gobierno autonómico y menos de una cuarta parte en el Gobierno de la Nación. En cambio, los cántabros que confían en su ayuntamiento son ligeramente más que quienes desconfían. Así pues, completamos el cuadro de entrada en 2023: escasa confianza en los niveles superiores de gobierno a la hora de encarar el futuro.
Quienes no me lean por vez primera sabrán de mi tendencia a mirar series temporales más largas, para hacer comparaciones que reflejen mejor las mudanzas de estructura social y mental. En este caso, nuestra piedra de toque es la encuesta del año 2009.
Entonces, la identificación con la región era notablemente superior a la actual: un 82% de los hombres y un 80% de las mujeres. También existía un optimismo generalizado, tras la larga etapa de crecimiento desde mediados de la década de 1990 y la afluencia de dinero desde la Eurozona a partir de 2002. El 38% de los hombres y mujeres esperaba que la región mejorase en los siguientes cinco años. Había una retroalimentación entre prosperidad esperada e identidad sentida.
En comparación con aquellos años dorados del euro nuevo, la sociedad cántabra es hoy más pesimista acerca del porvenir y un poco más neutra en materia de identidad regional. Esto último es menos representativo, en la medida que permanece como sentimiento hegemónico de las tres cuartas partes de la población y que el segundo colectivo no es de 'acantabrizados' sino solo de indiferentes. Sin embargo, hace 13 años, la confianza en el gobierno autonómico alcanzaba el 40%, frente al 33% de 2022; y la confianza en Madrid era un 30% y ahora solo un 25% pelado. En cambio, la confianza en los munícipes apenas ha variado en todos estos años, en torno al 38%.
Trabajo pues, pendiente, de la autonomía y de la acción del Gobierno central en Cantabria para recuperar confianza de los ciudadanos y lograr que pasen a una nueva fase de optimismo y a niveles más elevados de identificación con su tierra. Los cántabros no son negativos sobre algunos aspectos concretos, como medio ambiente, cultura o servicios sociales, que consideran que han progresado algo. Pero, como digo, la Encuesta Social nos ofrece muchos datos que merecen análisis y debate en la esfera pública. Aquí solo podemos esbozar la evolución de cómo los cántabros se han venido sintiendo como colectividad. La economía, la sanidad, la imagen de las instituciones y un cierto sentido de rumbo regional parecen contener las claves de cómo nos sentiremos dentro de unos años.
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