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Daba cuenta 'El Cantábrico', tal día como hoy cien años ha, de las reivindicaciones obreras que, con motivo de la Fiesta del Trabajo, se llevarían desde la céntrica manifestación santanderina hasta el Gobierno civil de la provincia. Esencialmente: una ley estableciendo «el control sindical obrero ... de todas las industrias»; protestar contra la guerra en Marruecos y exigir responsabilidades; medidas de gobierno para «resolver la crisis de trabajo y la carestía de las subsistencias» (el alcalde anunciaba «bonos de pan» para los necesitados); responsabilidades por la represión en Barcelona; amnistía para todos los delitos de carácter social y político; y dejar claro que «la aspiración de la clase trabajadora es socializar los medios de producción y cambio».
En la misma página, un artículo sin firma expresaba poético: «Todo el día de hoy es para el obrero aurora. El alba de los tiempos que lentamente se aproximan». Polibio prefería enfrentar en divertida porfía a un partidario del fútbol y a un taurino. Se recordaba en prosa y verso al científico Augusto González de Linares. Respecto de Marruecos, precisamente, Niceto Alcalá Zamora, ministro de la Guerra, informaba sobre una importante repatriación de soldados.
Se iban notificando los resultados de las elecciones a Cortes de 29 de abril, que serían las últimas de la Restauración, porque en septiembre Primo de Rivera dio su golpe de Estado. Los cinco diputados por Santander salieron por el procedimiento automático del artículo 29: al no haber rivales en sus distritos, quedaban proclamados sin necesidad de que se votase. Fueron tres conservadores y dos liberales demócratas. Este automatismo se produjo en 146 ocasiones en toda España, por lo que un tercio del censo se quedó en ayunas.
1923 es una de las fechas decisivas de la historia de España. Lo de «alba de los tiempos» no todos lo interpretaban igual. De la reivindicación obrera queda hoy el punto 3: empleo y salario digno. Lo del fútbol y los toros lo va ganando el balompié. Marruecos va a tener HIMARS y eso de salir diputado sin que se vote ya no se lleva. Bien, nos queda González de Linares: sigamos por ahí.
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