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Cuando el gato Boris viene con las gafas puestas, cosa que es de ver porque no resulta nada fácil para un gato, es que quiere pontificar un poco. Hay que permitírselo, para que se vaya relajando y entrando en conversación.
–Te doy el uso ... de la palabra, el maullido, o lo que proceda –le dije.
–Observo, Nin, una grave confusión entre olas y mareas. Unas veces se apela a la «ola del PP» y otras a la «marea conservadora», como una especie de fatalismo con que los derrotados excusan su derrota.
–La autocrítica es un ejercicio improbable, Boris, es mejor echar la culpa al empedrado –respondí.
–No, no, no, en una región marinera tales frivolidades están fuera de lugar. Ni todas las mareas vienen con olas, ni las olas son de esta u otra marea.
–No sé a dónde quieres llegar, gato.
–La marea es el movimiento emocional de la sociedad. Tiene ciclos de ilusión y decepción, como la vida misma. Naturalmente influye. Pero con la misma marea, unos navegan mejor, otros peor y otros naufragan. O sea, que la pericia del navegante influye también.
–¿Y las olas?
–La ola se puede sumar a la marea ascendente o dar la lata en la descendente, pero tiene otra dinámica propia, y si quieres detalles en el IH Cantabria te los explican. La ola viene por una agitación que no es astronómica, sino meteorológica. Y en la ola unos saben surfear y otros se tragan toda el agua.
–Conclusión, Boris, que ni la marea ni la ola son explicaciones bastantes.
–Eso es –replicó– y si te parece lo vemos en las elecciones municipales de Santander.
–Puedes quitarte las gafas si te molestan –se le habían deslizado ya hasta la boca, prácticamente.
–Sí, correcto, gracias –aceptó–, pero la mayoría absoluta de la alcaldesa no solo es por la marea y por la ola, sino por la navegación y por el surfeo. Por ejemplo, en la bajamar de Ciudadanos, los concejales santanderinos han encallado mientras su compañero astillerense ha triunfado.
–¿Y qué impericia percibes tú ahí?
–Pues doble. En primer lugar, si eres católico es complicado actuar como protestante, o sea, Nin, si eres del equipo de gobierno has de proclamar logros, no quejas. Y en segundo lugar, si parece que eres uno más de la persecución y derribo, te descartan automáticamente los que temen que hagas alianzas radicales. Esta falta de brújula ha activado a los vecinos que no querían esa posibilidad.
–¿Y en el PRC, Boris?
–Ya te vengo diciendo, que no me escuchas, que no tenía sentido lanzar un STV moderno y al tiempo anunciar que esperaba ser alcalde en multicolor hasta la extrema izquierda. Ya sé que ha habido duquesas rojas, pero desde luego no por elección mancomunada de la grandeza de España en una votación. Eso no era ni la marea ni la ola, era hacer un agujero en la propia barca y partir la tabla para cerrar el cuadro de los tomates en la huerta.
–Ya veo que lo tienes más claro que yo, pero no he comprendido bien lo del PSOE –observé.
–Nin, cuando a un partido le da igual pleamar que bajamar, calma chicha o mar arbolada, es que falla en la náutica básica. La desconexión respecto del vecino a quien pides el voto va para medio siglo. El socialismo no ilusiona a Santander, unos pensarán que es problema de Santander y otros que del socialismo. Yo creo que es problema náutico grave, que se deriva de una insuficiente interiorización de lo que es y representa la capital de Cantabria. De ahí el fracaso continuo, expresión de ese extravío.
–Nos faltan Vox y Podemos. Abrevia, Boris, que se termina el espacio disponible –le apremié.
–Vox lleva en el pecado la penitencia –dijo rápidamente–, porque el pecado de dificultar la gobernabilidad ha reforzado la operación rescate de la alcaldesa, y por ello aunque han crecido con temas sensibles al vecino, son innecesarios para la gobernabilidad. En cuanto a Podemos, su candidato ha realizado una campaña muy beatífica, para no asustar al personal con lo que se podía venir encima. Pisaba como un gato, y lo digo elogiosamente, Nin: demuestra capacidad cinegética. El problema es que su partido no pisa como gato, sino como elefante en cacharrería.
–Bueno, gato, pues ahora, ¿qué?
–Santander tiene por delante una legislatura que cambiará su historia, con las inversiones culturales en marcha y otras que se pueden iniciar en otras esferas. Nin, será un cuatrienio magnífico para sentarse en el sillón de alcaldía. Pobre oposición.
–Eres un sentimental, Boris. Pero tienes razón en lo de las expectativas. Estamos a punto de pasar a otra pantalla en la evolución de la Pozona y sus aledaños.
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