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«Pedir los perdones», explica en 1922 García-Lomas, «se dice en la Montaña, cuando los que no han ido a la romería piden, a los que vienen de ella, avellanas o 'suspiros' de los que traen envueltos en el pañuelo». Autoridades literarias: Pereda («ni ... moza ni zagal se retirará a la tarde sin cargar el pañuelo de perdones») y José Díaz de Quijano («algunas nogaleñas salían al camino a esperar a los que volvían de las Brañas, y les pedían los perdones»). En 1907, Eduardo de Huidobro había ratificado: avellanas y rosquillas para quienes se perdieron la romería. Hay cierta evolución. El Diccionario de Autoridades (1737) indica que se solicita a los religiosos «que den a besar los perdones, quando se les pide la manga». En 1869, el suplemento al gran diccionario romántico de la lengua española del liberal gallego Ramón Joaquín Domínguez recoge como provincialismo, sin mencionar Santander: «Las cosas de comer que se venden en los puestos de ciertas romerías».
Domínguez murió con 37 años en una rebelión progresista contra Narváez. Su 'Gran Diccionario Nacional o Gran diccionario clásico de la lengua española' (1846-1847) era una proeza con cerca de 150.000 voces. El diccionario de 1917 del helenista valenciano José Alemany (en cuyo tribunal de cátedra figuró Menéndez Pelayo) admite ya «perdones» como provincialismo específicamente santanderino: «Avellanas, rosquillas, etc., que se compran en las romerías para los que no han asistido a la fiesta». Lo mismo reitera, con cita perediana, Aniceto Pagés, ampurdanés cuyo 'Gran Diccionario' de cambio de siglo actualizó el de Autoridades. Para no venirnos muy arriba, mencionemos que, en un estudio de Santiago Alonso sobre el dialecto leonés de la Maragatería y Astorga (1947), se dice: «Avellanas, nueces, pasas, higos, etcétera, que compran los que concurren a las romerías. Úsase también en Santander». El leo-montañés… Los montañeses perdones, pues, compensan desiguales oportunidades. Nuestro Estado de Bienestar es un sistema de reparto de «perdones» para que, de la romería del progreso, a todos llegue algo. Así quienes piden los perdones pueden perdonar a quienes los dan, y se evitan las revoluciones en que mueren prematuramente los lexicógrafos.
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