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El tomo nonagésimo quinto de ''Altamira', revista del Centro de Estudios Montañeses, publica un artículo de Paula Sobrado, derivado de un trabajo de fin de ... máster en la UNED, sobre el dialecto montañés en dos novelas de Pereda: 'El sabor de la tierruca' y 'La puchera'. La autora realiza un repaso intenso de las peculiaridades fonéticas, sintácticas y léxicas que Pereda presentó como propias del lenguaje popular.
La importancia del uso perediano de montañesismos apenas puede exagerarse. Fue el primer escritor y académico que dio a imprenta obras significativas donde esa manera de hablar quedaba consignada, antes de que se hicieran habituales en España los estudios de etnografía lingüística y dialectología. Así, Pereda mismo se convirtió en base para lo que podríamos llamar el «diccionario de autoridades» del español de Cantabria: fuente privilegiada de documentación de decires. Y así pudo publicar Eduardo de Huidobro en 1907, un año después de fallecer el literato polanquino, su 'Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de La Montaña, elevado por Pereda a la dignidad de lenguaje clásico español'.
Pero Paula Sobrado se hace eco también de una cuestión que los 'peredólogos' vienen debatiendo. El novelista no actuaba con sistematismo al recoger y poner expresiones en boca de sus personajes; hay una selección, ciertas preferencias y un cuidado del estilo incluso al popularizarlo. Por otro lado, no conocía Pereda bien todo el mapa dialectal de las diversas comarcas, sino sobre todo de las que eran objeto de su experiencia directa, en la ciudad de Santander y en el bajo Besaya. El espejo literario de la lengua popular arroja, por tanto, una imagen menos 'realista' que construida y algo casuística. De este modo Pereda preservó y oscureció, simultáneamente, la expresión popular. Sobre lo 'no dicho' por Pereda se haría una tesis aún más grande que las que se hacen sobre los 'peredismos' (que es como podríamos especificar los montañesismos de Pereda).
El rescate tuvo un precio, aunque pocos dudan de que, sin el autor de Polanco, el fervor montañesista en la cultura de en torno a 1900 se habría producido en grado muy menor, y sin tanto prestigio en el ámbito nacional.
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