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La alineación de los calendarios de coyuntura estadística y de arranque de nuestra undécima legislatura autonómica ha venido a fijar con bastante claridad cuál es, en algunas dimensiones fundamentales, la raya de salida en la ruta que debe realizar el nuevo Gobierno de la región. ... Me refiero a ciertos datos esenciales sobre la economía de la comunidad (el Producto Interior Bruto, valor de los bienes y servicios producidos en un periodo determinado, normalmente computado por trimestres y comparaciones anuales) y sobre el nivel de empleo (trabajadores en alta de afiliación a la Seguridad Social, evolución de los contratos registrados).
Vamos primero con la economía. La Contabilidad Trimestral de Cantabria, elaborada por el Icane, ha estimado para el PIB del primer trimestre de este año un aumento del 1,7% comparado con igual trimestre del año 2022. Si recordamos que el INE calcula que, en este mismo periodo, la economía de España creció un 4,2%, no es difícil apreciar que avanzamos mucho más lentamente que el conjunto del país. No llegamos a la mitad del ritmo de progresión. Esto concuerda con la estimación de la AIReF para el mismo trimestre, que sitúa a Cantabria y Asturias en el furgón de cola del crecimiento interanual por regiones.
No es fortuito. Desde 2015 hasta el primer trimestre de 2023, el índice del PIB cántabro ha avanzado 9 puntos mientras el de España lo hacía en casi 13. Durante prácticamente una década hemos crecido bastante menos. Ello se ha trasladado también a otra magnitud interesante, el PIB per cápita, es decir, el valor de la producción dividido entre el número de personas. Según la Contabilidad Regional de España del INE, de 2001 a 2021 retrocedimos -0,7 puntos respecto de la media nacional, pero Castilla y León adelantó 5,9 puntos, de modo que a principios de siglo estaba por debajo y ahora se sitúa por encima.
El lector dirá si esto se debe a políticas equivocadas o ineficientes que no han logrado modificar estas inercias, o si obedece a una fatalidad estructural que dichas políticas al menos han paliado. Yo tengo mi propia conclusión, pero no escribo para adoctrinar, así que sírvanse formular la suya.
Esta situación se refleja también en el empleo. El dato de afiliación en junio muestra que continuamos generando empleo a un ritmo mucho más bajo que la media española. Ofrecemos menos oportunidades profesionales a la gente. Si otra vez tomamos comparaciones desde 2015, comprobamos que la afiliación en España aumentó un 21%, en tanto que en Cantabria no llegó al 13%. Y aún hay que observar que buena parte de ese crecimiento cántabro (estimo que cerca de un 40% del mismo) se debe a contratos públicos y semipúblicos en sectores como educación, sanidad y servicios sociales, no a la empresa privada en su acción de mercado. Es decir, creamos menos empleo y gran parte de lo que se genera cuelga directamente de los impuestos y la deuda, no de los consumidores ni de los inversores.
De nuevo, dejamos a la opinión lectora evaluar si se ha creado más trabajo del esperable o si se han desperdiciado estupendas ocasiones en dos procesos de intensa recuperación económica (uno tras 2013 y otro tras 2020).
Si ponemos en correlación las cifras globales de la economía y del registro de la Seguridad Social, alcanzamos una única conclusión: a menos que Cantabria remedie estas tendencias de largo recorrido, nuestro tejido productivo y nuestro mundo de oportunidad profesional serán cada vez menos importantes dentro de España. Aunque expresado concretamente en muchos detalles sectoriales y territoriales, el reto esencial parece claro y unitario: acelerar el crecimiento y ensanchar correspondientemente el mercado laboral.
Requisitos fundamentales para abordar este nudo problemático son las gobernabilidades de Cantabria y de España. Ambas se irán aclarando de aquí a Navidades, con los primeros pasos de nuevos mandatos parlamentarios. Sería insincero proclamar que no existen hoy razonadas incertidumbres sobre esa doble 'aclaración'. La campaña que acaba de comenzar en la medianoche del jueves al viernes es tan importante para nuestra región como lo fueron las propias elecciones de 28M. Dado que el CIS del infalible augur santanderino encandila a Sumar y a Vox con posible escaño cántabro en el Congreso el 23J, bien harían ambos partidos en apresurarse a poner unas velas a San Matías en la Catedral. San Matías, la última vela apostólica que quedó encendida en tiempos de tribulación.
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