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No fue sino hasta 1949 cuando Adriano García-Lomas incluyó en su diccionario de montañesismos la voz 'saja'. Aparte del obvio uso como hidrónimo para el río que se une al Besaya en Torres, 'saja' era también: «hombralada o coloño de hierba seca, encendida por ... uno de sus extremos, que lleva al hombro el pescador que va delante en la pesca de 'saja' Sirve de noche como antorcha para llamar la atención de las truchas, que salen a flote atraídas por la luz, siendo entonces apresadas con «remangas» o esparaveles por los pescadores que van detrás». Lomas decía que este 'saja' procede de 'haja', pero esta segunda palabra no trate usted de buscarla, o si la encuentra le ruego me avise para cubrir este punto desconocido.
En los léxicos del español, 'saja' se ha vinculado siempre, desde Covarrubias, a la acción de cortar carne, 'sajar', 'sajadura'; según la RAE, viene, por camino francés, últimamente del griego 'járasis', incisión, aunque a uno le parece más directamente relacionado con el campo semántico latino que incluye sección, disección, resección o segmento, todos del verbo 'secare', cortar. Que es diferente de 'siccare', deshidratarse o secarse. Por eso en medicina quirúrgica 'resecar 'no es secar por segunda vez, sino recortar.
Así, la 'saja' de los pescadores será simplemente un corte de hierba, aunque si procede de que la hierba está seca el resultado sería armonioso. Este sistema predatorio puede ser tan antiguo como para remontarse a los cazadores-recolectores de hace varios milenios. Solo hay que conocer tres cosas: atar hierba seca, prenderle fuego y conocer la fotocredulidad de la amiga trucha. El hombre se comporta aquí como esos peces abisales de cuya frente sale, en la negrura del fondo marino, una bolita brillante que atrae a sus víctimas.
'Pescar de saja' es el principio mismo de la publicidad y de la pesca de neuronas. Hay que ofrecer algo que brille, una luz que produzca en la trucha la ilusión de poder abandonar su oscuridad para ganar la claridad disfrutable. Es entonces cuando se percata, a saja pasada, de la añagaza. Hay, pues, luminarias-trampa. Tomemos nota para no ser trucheados.
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