Trabajo urgente

Esto no es una casualidad. Ha sucedido ininterrumpidamente todos los meses desde julio de 2021, inclusive. Es decir, arrastramos una etapa floja en empleo desde hace dos años. Pero es que se trata de una simple continuación, tras el paréntesis de choque del covid y la recesión que provocó, de otro periodo aún más largo, pero igualmente continuo, de evolución del empleo cántabro por debajo de la media nacional. Dicho lapso de tiempo es nada menos que de cuatro años y siete meses, de junio de 2015 a diciembre de 2019, ambos incluidos.

Por tanto, nos hallamos ante un problema permanente. Si seguimos así, nuestra fuerza laboral caerá por debajo del 1% del conjunto de España. La Seguridad Social nos muestra, además, que buena parte de esa generación de empleo ha ocurrido en el sector público, lo que agrava aún más la perspectiva del empleo privado, es decir, el ofrecido por las empresas o creado para sí mismos por los emprendedores. Del aumento de afiliación de unas 26.000 personas en los últimos ocho años en el Régimen General, unas 11.000 figuran en educación, sanidad y servicios sociales, con una gran carga de trabajo público o semipúblico (servicios privados concertados con las administraciones como complemento de sus servicios públicos directos, por ejemplo para reducir listas de espera sanitarias o impartir educación obligatoria).

Cantabria necesita que en la próxima década tal tendencia se vea corregida de manera contundente. Pues esta mayor debilidad en empleo significa que somos una región con menos oportunidades para nuestros profesionales, tanto jóvenes egresados de su formación como personas de edad que necesitan reciclarse o recolocarse. Es notorio que hasta ahora no se ha dado con la clave de cómo hacerlo.