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El gato Boris estaba ya preparando el transportín para irse a descansar a Valderredible, después de tantas fatigas de análisis preelectoral y postelectoral.
–Gato, pensé que te quedarías tras haber convocado maese Pedro elecciones para julio –le lancé.
–Lo siento, Nin, necesito un ... paréntesis. Ya sabes que mi trabajo es mayormente el ocio, y lo he tenido muy abandonado por culpa tuya: «El oficio del gato, matar el rato». Esto tenía doble sentido cuando «ratón» se decía «rato». De momento, te las arreglas tú.
Saqué de la mochila un pequeño libro blanco.
–Mira, Boris, nuestro joven colega y viejo amigo Ahumada nos envía esta obra: 'Opiniones del gato Murr', del alemán E.T.A. Hoffmann –le mostré el volumen.
–Menudas iniciales del nombrecito –observó medio cerrando los ojos.
–¿Sabías algo de Murr? No habrás estado aquí fingiendo originalidad por una cosa ya inventada en tiempos de Carolo…
–Nin, ya conoces que soy mucho más antiguo, de tiempos de Esopo, el notario veterinario –contestó.
–Lo verificaré leyendo esto, pero no te vas de aquí sin últimos comentarios, o te quedas sin sardinas –advertí.
Dejó de trastear con el transportín y fue muy digno a tumbarse sobre un almohadón de plumas. Le desagrada admitir que se le puede controlar por el estómago, como a los seres humanos. Piensa que le resta «categoría ontológica», sea esto lo que sea.
–Sánchez es un gato montés que considera que tiene aún muchas vidas. Revilla, en la noche de autos, declaró que le quedaba al menos una: pensión completa de cuatro años, invitaciones a televisión, presentaciones de libros. ¡Planazo! Pero otros suyos temen aquello de «sardina que lleva el gato, tarde o nunca vuelve al plato», entiéndese el poder.
–Cómo aprovechas los clásicos, Boris.
–Zuloaga ha perdido una vida y sabe que se aproxima la pantalla del videojuego en que otros de su propio equipo intentarán darle 'game over'. Necesitará un buen 23J para recargar su partida.
–Puede mejorar si cambia el tono de podcast, –me atreví.
–Sí –acordó Boris– no hay que parecer el ChatGPT progresista o que Alexa dé los mítines. Ahora se lleva la izquierda cuqui, dicen en Madrid (como se sabe, a los madrileños autóctonos se los denomina 'gatos').
–Pero no me has dicho nada de Buruaga ni de Vox, y se nos acaba el tiempo –le recordé.
–Buruaga ha demostrado perfecto dominio de las siete vidas, ya se lo reconoce la prensa nacional. Podría recibir el Nobel de los Gatos en 2027, todo se andará. En cuanto a Vox, son vidas adicionales de otras que fueron populares. Se disputa si es un segundo equipo o una segunda equipación. Yo creo más bien lo primero: transmigración de almas políticas. Ahora sí deben tomar decisiones en que se juegan la vida colectivamente, como en su día Ciudadanos o Podemos. La vida de «emergente» es dura: tienes que decidir si te casas con la muchacha por conveniencia cuando antes habías proclamado la política como acto de amor romántico. Bueno, Nin, marcho a relajarme en las ibéricas soledades. ¡Gracias por el pescado!
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