Secciones
Servicios
Destacamos
Parece que afortunadamente se reduce la tensión en la crisis de la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, pero por desgracia es tan solo una pausa entre asaltos.
En la religión judía primitiva, el Dios Único y Todopoderoso se manifestaba en un único templo, 'El ... templo', en la capital del reino. En 587 a.C. los babilonios lo arrasaron por completo. 72 años después, los persas habían incorporado Babilonia a su propio imperio, de manera que los judíos pudieron construir un segundo templo que perduró hasta que los romanos los arrasaron en 70 d.C. Nada queda del edificio en sí. El Muro de las Lamentaciones era un mero contrafuerte construido por Herodes el Grande para expandir la explanada y dejar espacio suficiente para su ampliación del santuario.
Cuando los musulmanes tomaron Jerusalén, utilizaron la explanada para levantar la Cúpula de la Roca, la Mezquita de Al-Aqsa y otras edificaciones menores. Para ellos es un lugar sagrado porque, en sus mitos, el profeta Mahoma, la noche de su muerte, fue llevado hasta la explanada y desde allí fue ascendido al cielo.
Cuando los israelíes conquistaron Jerusalén en junio de 1967, algunos exaltados pretendían arrasarlo todo para construir el Tercer Templo, pero en aquel momento Israel era un Estado laico, donde los ultraortodoxos eran una pequeña minoría. Se alcanzaron acuerdos para dejar la explanada en manos de las autoridades de bienes religiosos –waqf– de Jerusalén, que dependen del rey de Jordania, y los civiles judíos únicamente podrían acceder al recinto en grupos pequeños, a ciertas horas y sin derecho a rezar allí.
A medida que los ultraortodoxos han ido creciendo en número, han incrementado la presión para poder rezar en la explanada, y más a largo plazo, expulsar a los musulmanes. A Netanyahu poco le importan la explanada o el Tercer Templo. Es un político corrupto, bastante laico y descreído en el fondo, pero sus socios de Gobierno son los más extremistas de la ultraderecha religiosa, junto con laicos ultranacionalistas sedientos de expansión territorial.
En este contexto tan tenso, un grupúsculo añadió leña al fuego difundiendo su designio de subir a la explanada con cabras y corderos para realizar un sacrificio ritual con motivo de la Pascua judía. Repartieron octavillas ofreciendo dinero al que simplemente lo intentase y mucho más al que lo consiguiese, y la policía israelí detuvo en los accesos a gente con animales para el sacrificio. De poco sirvió que el Gran Rabinato de Israel haya reiterado que está prohibido realizar sacrificios en el Monte del Templo, e incluso introducir animales allí, salvo perros lazarillo.
Los palestinos temen que si el sacrificio se llevase a cabo realmente, los judíos ultraortodoxos lo utilizarían como pretexto para reclamar la explanada, así que varios cientos de personas decidieron instalarse allí de forma permanente para impedirlo. La policía israelí podría haberlos dejado acampados hasta que se hartasen, o hasta que pasase la Pascua judía, pero decidió expulsarlos por la fuerza, lo que desencadenó una ola de disturbios que han dejado cuatro muertos.
La Pascua judía de 2023 se ha celebrado desde el atardecer del 5 de abril hasta el anochecer del miércoles 12 de abril. A partir de ese punto se acaba la crisis de las cabras… hasta la próxima. Desde la conquista israelí de 1967, los judíos han ido ocupando de facto un 30% de la superficie de Jerusalén Oriental, y creando por doquier nuevos asentamientos, de manera que solo quedan 280.000 palestinos en la ciudad, que se ven poco a poco hostigados administrativamente para verse expulsados.
El futuro parece prometedor para los judíos más radicales, cuyo programa se va imponiendo de facto a pequeñas dosis, pese a las dudas y condenas de la mayoría de la población israelí. Un día no muy lejano, no quedarán árabes para protestar en Jerusalén y entonces los ultraortodoxos podrán demoler la Cúpula de la Roca para construir su Tercer Templo. Pero los extremistas no quieren esperar y no temen los estallidos de violencia; todo lo contrario, los desean porque están seguros de alzarse con la victoria y de que la violencia serviría como pretexto para expulsar a muchos, acelerando la limpieza étnica de Jerusalén. Saben que, aunque Netanyahu no sea creyente ni respalde sus prisas, sí que comparte sus objetivos finales, de manera que no va a revertir los hechos consumados.
Por lo tanto, en breve plazo veremos nuevos incidentes y nuevas cabras balando en los alrededores de la Explanada de las Mezquitas, hasta que al final alguien vaya demasiado lejos y se desencadene una catástrofe.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.