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A los que en el sorteo del Niño nos ha tocado lo mismo que en el Gordo –es decir: nada– lo mismo nos ha sonreído ... la fortuna. Si no, que se lo pregunten al tinerfeño al que el Tribunal Supremo ha quitado la razón, y algo más, en una disputa de lo más enrevesada: dos amigos juegan un décimo de lotería a medias, uno de los dos lo guarda y luego se alinean los astros y les toca el segundo premio. 125.00 euros, nada menos.

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