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A los que en el sorteo del Niño nos ha tocado lo mismo que en el Gordo –es decir: nada– lo mismo nos ha sonreído ... la fortuna. Si no, que se lo pregunten al tinerfeño al que el Tribunal Supremo ha quitado la razón, y algo más, en una disputa de lo más enrevesada: dos amigos juegan un décimo de lotería a medias, uno de los dos lo guarda y luego se alinean los astros y les toca el segundo premio. 125.00 euros, nada menos.
Hasta ahí, todo normal –bueno, normal para el 0,0001% que tiene tanta suerte, claro–; el problema llegó cuando al que se había quedado con el décimo le entró una amnesia galopante, lo cobró todo y se olvidó de repartir con su amigo. Ya lo avisa el refranero: 'las medias, para las piernas'. Y ni eso, si me apuras. Aunque algo debía ya de temerse el amigo, porque pidió un bolígrafo y lo firmó en el envés. O sea, que confianza la justa. Y menos mal, porque lo de jugar 'a pachas' es una costumbre muy extendida: tres de cada cuatro décimos se comparten entre familiares o amigos, aseguran las estadísticas, que hoy día todo se mide.
Pero, como tampoco está de más que la confianza vaya de la mano del progreso tecnológico, la solución pasa por compartir los décimos por 'whatsapp', con fotografías y datos de lo jugado, que lo escrito bien se lee.
Eso sí, al 'buen amigo' que no quiso compartir, le va a salir cara la jugarreta. Porque ocurrió en 2013, y al resuelverse a finales de 2022 –para que luego anden metiendo prisas a la Justicia, ¿eh?–, si le calculan los atrasos al mismo interés al que actualizan las hipotecas, que se vaya despidiendo de su mitad del premio.
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