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Quien vive o visita China tiene la sensación de que siempre hay chinos durmiendo en derredor. Aunque resulte paradójico –teniendo en cuenta la merecida imagen hacendosa y afanada que se tiene de los chinos– la explicación es sencilla: en China hay tanta gente en todas ... partes que nunca falta alguien cerca que está haciendo eso a lo que uno quiera prestar atención, bien sea comer, trabajar, hacer colas, discutir o cortarse las uñas. Hay otro buen motivo por el que –en los lugares y posturas más inverosímiles– siempre parece haber chinos echando una cabezada: muchos millones de chinos están, literalmente, rendidos de cansancio. Probablemente el dicho más repetido relativo a China sea esa frase atribuida a Napoleón que reza: «Cuando China despierte, el mundo temblará». Pues bien, China lleva ya varias décadas muy despierta y los temblores que provoca llevan, también, décadas sintiéndose por todo el planeta. Pero levantar un país del tamaño de China es agotador y, por muchos y muy laboriosos que sean los chinos, ese crecimiento galopante y semejante ascenso meteórico, claro, deja una enorme factura de sueño.
Dos datos muy reveladores: en sólo una década, la población china ha perdido hora y media diaria de sueño en sus vidas (que han pasado de un promedio de 8.5 horas diarias en el año 2012 a apenas 7 horas en 2022). Hoy en día, sólo un 35% de la población china duerme al menos 8 horas al día. Para atajar este problema, los chinos recurren a una amalgama de soluciones, fármacos, artilugios y cachivaches que van desde los antifaces rellenos de aceites esenciales relajantes hasta las almohadas de ergonomía favorecedora del sueño, pasando por un sinfín de remedios de lo más variopinto: aplicaciones digitales que reproducen ruido blanco, mantras en bucle, música relajante o palabras hipnóticas, el empleo de tapones para los oídos, sistemas digitales que mapean la calidad del sueño, productos de colchonería y muebles de descanso, velas y baños de aromaterapia, el consumo de suplementos dietéticos con melatonina y ácido gamma-aminobutírico, las fórmulas magistrales de la medicina tradicional china (a base de semillas de dátil, azufaifa, sándalo, azucena o sésamo) o la famosa gelatina de la piel del burro que, desde hace siglos, se emplea en China para curar el insomnio. Pero, de todos los métodos chinescos disponibles, el más surrealista es un servicio telefónico con el que, a cambio de dinero por minutaje, el insomne escucha o habla con una persona que, desde el otro lado del hilo telefónico, con voz serena, le habla y cuenta historias hasta envolverle en sopor.
Tanto para aquellos que no concilian el sueño hasta varias horas después de ponerse a ello, como para quienes sólo logran dormir unas pocas horas, para quienes se despiertan con facilidad o para aquellos que sólo logran dormir a intervalos intermitentes, el gran sueño de millones de chinos es lograr dormir una noche de un tirón y a pierna suelta. El 36% de los chinos declara padecer problemas para conciliar el sueño. El grueso de ellos son los nacidos a partir de 1990 (hasta un 84% de este segmento poblacional padece de falta de sueño). Casi un tercio de cuantos hoy tienen 33 años, o menos, dicen no irse a dormir antes de la 1 de la madrugada y todos los estudios apuntan a los dispositivos móviles como principal raíz de su problema. En un país con altos niveles de exigencia laboral, ritmo de vida acelerado y alta competitividad, donde la vida se pone en marcha a las 6 de la mañana y que aún demanda jornadas maratonianas, muchos de estos jóvenes roban horas de sueño a sus noches para disponer de algo de tiempo para el ocio… a costa de descansar.
Con la mayor población insomne del mundo (casi un 65% de los chinos consumen productos que facilitan el sueño), ha surgido un inmenso mercado conocido como la «economía del sueño». El problema no va camino de resolverse, al contrario, el consumo de productos que ayudan a conciliar el sueño crece en China a un ritmo vertiginoso y se prevé que alcance los 130 billones de euros en 2030. El negocio es de tales proporciones que la mismísima Coca-Cola Company ha lanzado –de modo exclusivo para el mercado chino– una nueva bebida relajante para beber antes de ir a la cama. Oí decir, hace años, al dueño de una conocida marca española de productos de descanso que la receta infalible para dormir bien sólo tiene tres ingredientes: «tener la conciencia tranquila, estar cansado y disponer de un buen colchón». Quien sepa explicárselo a los chinos, se hará de oro.
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