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Hic sunt deaconesI

La sombra de la luz

Hemos transformado Asia y ahora Asia nos va a transformar a nosotros

Sábado, 25 de mayo 2024, 07:37

Los que nacimos con la Transición hemos crecido viendo a Arturo Pérez-Reverte en la tele, primero, retransmitiendo y relatando guerras por medio mundo; convertirse en novelista y fenómeno editorial, después; en académico, twittero y fenómeno mediático, más tarde. Hoy en día, a sus casi ... 73 años, es una figura 'pop' que despierta odios y pasiones capaces de arrastrar a legiones de seguidores allí donde firma libros, participa en charlas o concede entrevistas. Me confieso admirador de un escritor (con esa madera de aventurero de otra época que también irradiaba Miguel de la Quadra-Salcedo), lúcido, culto, valiente, carismático, intelectualmente provocador, sin pelos en la lengua y a menudo profético, cuyas novelas y artículos vengo disfrutando desde hace 30 años. Reverte tiene algo de héroe magullado y del Sr. Scrooge de Dickens, pero también de caballero andante irreductible, de 'sheriff de western' cansado de llevar la estrella, de galán de otro tiempo o de autor clásico contemplando la biblioteca de Alejandría en llamas. Coincido ampliamente con muchos de sus análisis y su mirada mordaz a la actualidad. En cambio, no siempre compro la oscura lectura que hace de los tiempos que vivimos.

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