Código ético

La verdad es que parece muy bien elegido el momento contando con la efervescencia mediática de estos días por la presencia de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, en los juzgados en calidad de investigada, en medio de un enorme revuelo informativo.

Como sabemos Miriam González es la esposa de Nick Klegg, antiguo viceprimer ministro británico, lo que le dio cierta popularidad en España en su condición de española-inglesa, conocedora a fondo de los usos y costumbres de los dos países.

La realidad es que ella vuela sola y además de abogada de prestigio, es inquieta defensora de los derechos de las mujeres -preside Inspiring Girl Internacional- y autora de libros como 'Devuélveme el Poder', obra de éxito en el que se destaca la necesidad de una reforma política liberal en España según su saber y entender.

Si uno se para a explicar detalles de su persona es porque merecen atención en muchas de las conclusiones de su trabajo, cuyo currículum le viste de una credibilidad añadida.

Esa era la razón, entre otras, por la que en nuestro país hasta ahora, sólo exista una ley (3/2015) que se aprobó como Código de Buen Gobierno para los miembros del ejecutivo, pero apenas tuvo utilidad práctica. Tampoco el Portal de Transparencia (SIAGE) ha servido para mucho.

Miriam González defiende la utilidad de la existencia de un código ético que existe en otros países europeos en base a las siguientes cuestiones: actitud de servicio público, lealtad y dignidad institucional, integridad, respeto y cortesía, honestidad y rendición de cuentas.

Podemos estar de acuerdo o no. Aunque existen voces que reclaman, por ejemplo, un estatuto específico para la/el consorte del presidente del Gobierno en el futuro, tal y como sucede en otros países -ultimamente Miguel Angel Revilla lo ha reclamado- cuya necesidad surge después de las dudas que existen sobre la actuación profesional de la esposa del presidente actual, que quiere despejar un juez de Madrid, que desde luego no lo tienen fácil, como quedó demostrado en la tensión generada alrededor de la comparecencia sin respuestas de Begoña Gómez.