Corruptela, tela

Pocas veces encontraremos palabras más conseguidas para definir una situación así, tan de riesgo o tan de alerta. Algunos podrían copiarlas.

Sin embargo, en este momento puntual del día a día de nuestra convivencia, de nuestra pequeña historia, tan adecuada expresión nos queda corta. No es frase adaptada al momento especial en que vivimos, en estos tiempos de corruptela, tela. Hay que buscar otros calificativos más adecuados al momento en el que estamos: impactado, avergonzado, estafado, cabreado… y muchos otros no permitidos en horario infantil.

La terrible corrupción que nos asola desde todos los frentes necesita poner en marcha llamémosle «mecanismos correctores» en este código penal nuestro tan garantista, que como premisa está muy bien, pero hay que ponerse en marcha contra los abusos.

Es que nadie devuelve un duro al eternizarse la instrucción y los procedimientos. Además, como la economía del ladrón suele ser desahogada, se contratan los mejores abogados, se va dilatando todo y al final cárcel, pero poca, y ni un duro de vuelta para desesperación de la gente y de los propios jueces que poco más pueden hacer.

Y ahí está el meollo: ¿qué nos importa que pasen años en la cárcel si al fin y al cabo no son socialmente tan peligrosos y cuando salen se van con nuestros dineros y a vivir que son dos días? Entonces, menos cárcel -o la misma- que al fin y al cabo no nos preocupa mucho, pero el dinero de vuelta completo y con multa del cien por cien.

Así debería de ser: «un poco de pasta basta», que decía el anuncio, o un mucho, añadiríamos.