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Ahora, en especial en estas fechas invernales, se quiere todo muy crujiente en las cosas del comer y surge esta expresión continuamente cuando se abordan temas culinarios. En nuestro rico idioma lo utilizamos mucho para ensalzar las virtudes de cualquier postre, de un buen pan, ... de un torrezno, o sobre cualquier plato avanzado de los de ahora.
Por lo tanto sorprendió mucho la expresión de un periodista venezolano explicando estos momentos decisivos para su país, utilizando la misma expresión sobre el momento que vive nuestra nación hermana: «estamos en un momento muy crujiente» decía. Así de gráfica describió la situación que todos entendimos perfectamente. Nada como la riqueza de nuestro idioma, que además en esas tierras tan queridas de allende los mares, lo mejoran continuamente. Eso sí, cuando no incorporan anglicismos ante los que todos lamentablemente somos bastante débiles.
La expresión nos parece suficientemente clara para la descripción del momento actual, quizá pensando en aquellos pasajes de la Biblia tan recordados de S. Mateo( 25:30) o S. Lucas(13:28): «échenlo en las tinieblas, que así será el llanto y el crujir de dientes», «el llanto y el crujir de dientes que se experimentará durante el juicio del infierno». Pasajes tremendos e impactantes, pero que parecen muy adecuados para la situación que allí se vive y sobre todo para ser aplicadas sobre el dictador bolivariano que tanto daño ha hecho y cuyas fechorías tendrá que pagar convenientemente y con intereses. Tiempo al tiempo.
Añadiríamos que a pesar del riesgo, este es momento para la esperanza de que regrese la democracia a Venezuela y sobre todo la cordura…, y también los venezolanos que tuvieron que exiliarse ante la sinrazón.
Pero tenemos temor ante una situación tan crujiente mientras se produce el valiente regreso de Edmundo González a su patria para su toma de posesión, después de haber ganado con holgura las elecciones generales venezolanas y el desconocimiento ahora mismo, de cómo van a suceder las cosas.
Es momento desde aquí de solidaridad, de plegarias, de denuncia al dictador y de unidad de los demócratas. Mientras tanto nuestro país diplomáticamente callado sin proclamar la victoria de Edmundo González y sin darle el reconocimiento adecuado a su victoria electoral. Permanecemos mudos: ¿por qué Alguien tendrá que explicarlo con urgencia mientras se desarrollan los acontecimientos en este momento tan tenso y crujiente.
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Ana del Castillo
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