Secciones
Servicios
Destacamos
Me siento en caída libre como eyectado desde un caza de combate en plena guerra, desconociendo lo que hay debajo y sin saber dónde voy a caer. Una mezcla explosiva -nunca mejor dicho- de desconcierto y temor que tengo miedo que nuble mi percepción de ... las cosas. Lo cierto es que ante nuestros ojos se habla de España, esta España nuestra que decía Cecilia, como un país federal como si tal cosa o como un estado plurinacional sin que llame mucho la atención. Mientras, esta gente que nos gobierna cree a pie juntillas que nos la han colado de nuevo y además imaginando que somos lelos. En verano todo corre rápido, a oscuras y en silencio creen ellos.
Pero lo cierto es que en este Estado de las Autonomías que nos hemos fabricado y cuyo diseño no está finalizado todavía -sobre todo en lo económico- no es lo mismo que mi paracaídas me lleve a Tolosa, a Vitoria-Gasteiz o a San Sadurní de Noya, que a Torrelavega a Zamora o a Barbate. Depende dónde, me puedo encontrar al caer con una bayoneta calada apuntando hacia mi trasero o con un colchón blandito decorado con los colores de nuestra bandera.
Es que cambia el tema: pudiera tropezar con trenes de insufrible y humeante chachachá que difícilmente caben en los túneles, o con modernas máquinas a trescientos por hora vistas y no vistas. O también con carreteras en zig-zag o con modernas autopistas que ya ni pagan peaje. Lo curioso es que la pasta para hacer unas cosas o no hacer las otras, hasta ahora, salía del mismo cajón compartido que se iba llenando con las aportaciones de todos.
Pero ya ven, el socialismo que supuestamente buscaría la igualdad- sobre todo en las oportunidades- decidió romper con sus principios y seguir en los palacios a costa de incumplimientos y de nuestro dinero.
Mientras, esta España, que ni es federal, ni plurinacional, ni zarandajas, se ha convertido en una España desconcertada y callada. Nadie dice nada:
Ni desde el Gobierno (lógico) ni casi nada desde la oposición, que se reunirá con todos sus barones el próximo día seis de septiembre…y así aprovechar bien las vacaciones que falta hacen.
Y claro, el Sr. Puigdemont también a sus labores, diciendo que va y luego no va a los mítines del sur de Francia -por si le trincan- e insultando a los jueces.
En fin, en este estado de cosas y en este mes, sólo se oyen sonar canciones de fiesta por doquier, cuando deberían de estar escuchándose las notas de la música triste del violonchelo del gran Pablo Casals desde el exilio, aquel genial músico catalán de El Vendrell, que explicarían mucho mejor la situación de ahora mismo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.