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Hace unos días se celebró en Santander, en el marco incomparable del Palacio de La Magdalena, la Conferencia de Presidentes, cuya organización correspondía, por orden más o menos alfabético, a nuestra comunidad autónoma. Se eligió un marco perfecto –a pesar de las lícitas pretensiones de ... Comillas– en un edificio que nació real y conserva todo el señorío de antaño. El buen tiempo estaba invitado y allí apareció desde primera hora esperando al rey Felipe que asistió en visita cordial y oportuna, aunque fuera necesariamente 'de médico'. También el sol fue recibiendo a todos los presidentes con fresquito acompañando y con la bahía mostrando toda su belleza descarada al fondo, coqueteando además con ellos, ante sus miradas impresionadas y rendidas. Todo para que se fueran como cantaba Jorge Sepúlveda : « Santander, yo también dejaré tu bahía y un recuerdo que jamás olvidaré».
Hubo comentarios de todo tipo tras la reunión posterior y muchos medios la describían como «fracaso», «un desastre anunciado», «si no trajeron ni papeles»...
Cuando fue todo un éxito para Santander y para Cantabria. ¿Para qué querían papeles si ya sabían a lo que venían y con quién tenían que tratar? Y, además, se querían mostrar por una vez todos juntos y allí estaban, aunque eso sí, sin un ápice de solidaridad y sin pensar en los demás, ni tan siquiera en los más débiles tras una tragedia terrible.
Qué buena disculpa (entre comillas) hubieran tenido con Valencia para lograr una financiación singular –esta sí– y puntual. Sobre todo ahora que algunos han descubierto esa manera de pedir de todo con chantaje, que siempre tiene éxito al usar un espíritu federal asimétrico que se aplica y se pondera aunque no existe de ninguna manera expresado en nuestra Constitución. Vamos, como Matisse que caminó del naturalismo a lo abstracto sin pestañear.
Incluso los que gozan del cupo, País Vasco y Navarra, todavía pidiendo nuevos privilegios para que les hagan, también a ellos, una quita de la deuda si así se aprobase, con una desfachatez increíble después de estar gozando de una financiación con grandes beneficios económicos e industriales exclusivos, que bien conocemos sus vecinos y que todavía quieren que se los aumentemos 'a escote'.
Pero la reunión fue todo un éxito para Santander y para Cantabria. Y sobre todo para las dos regidoras, María José Sáenz de Buruaga y Gema Igual, el dúo de damas que lleva nuestros designios últimamente en la Gobierno regional y el Ayuntamiento de Santander, que se anotaron un triunfo enorme en la organización y supieron apreciar su oportunidad y se volcaron. Una especie de dúo de damas bien manejado con un movimiento extraordinario en una jugada que había preparado el Gobierno para vender aviesas intenciones y obtener facilidades, pero no, para llegar a acuerdos razonables. Ellas entendieron bien el asunto y aprovecharon la oportunidad.
Pero la reunión por otro lado, salió como tenía que salir: sin un mínimo acuerdo y sin esperanza. ¿Cómo se van a poner de acuerdo en un reparto asimétrico e injusto que premia a los que más tienen?, ¿cómo van a consentirse condiciones de distribución aceptando comunidades autónomas de primera, de segunda y de tercera?, ¿cómo va a aceptarse una quita de la deuda indiscriminada?, ¿y los que cumplieron con sacrificio? No fue entonces una sorpresa el desacuerdo tras una reunión sin papeles.
Lo que podría haber sido una cumbre con un complicado maremágnum de folios, de cifras y de documentos, se convirtió en un 'manos en los bolsillos y vamos a charlar un poco'; pero claro, todos habían venido 'a hablar de su libro', exclusivamente… y así no se camina.
Tampoco se progresa en la autonomía financiera queriendo imponer normas fiscales para centralizar sistemas impositivos que estaban transferidos, impidiendo que algunas comunidades autónomas rebajen sus impuestos, si así lo determinan sus gobiernos, sobre todo si demuestran que son eficaces a largo plazo para la recaudación y mucho más confortables económicamente para el contribuyente. A estas alturas de autogobierno de las comunidades parece más un paso atrás en el Estado de las autonomías, difícil de explicar.
Ojalá algún día, cuando terminen estas visitas continuadas de determinados actores de la actualidad al confesionario de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, y todo se vaya tranquilizando, se convoquen de nuevo las reuniones de presidentes para lograr entre todos acuerdos razonables de financiación y no amaños en solicitud de permiso 'para hacer de su capa un sayo' y poder sobrevivir gobernando. Ese es un buen propósito.
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