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Fantástico. Sublime. Puigdemont se ha escapado de nuevo. ¿Puede haber más dicha? Otra vez maletero, carretera y manta, es decir alivio y felicidad completa para todos los que no sabíamos dónde guardarlo y si además al subir hacia Waterloo se da un bañito en el ... Sena que está limpito (je, je) perfecto. Es que 'en agosto, miel y mosto', que dice el refrán.
Estuvo muy bien lo de ponerse a silbar mientras el delincuente se iba, creyendo que nos engañaba. Si no sabíamos bien qué hacer con él… Ha sido la jugada perfecta para contentar a todos: nos libramos de él y a la vez, el Gobierno feliz «mejorando la convivencia», mientras el ministro de las mascarillas era investido.
Todo ganancias en una operación bien preparada, de consenso, de pacto, de bar, de fullería, de clandestinidad. Un esperpento total, que sin mirar a nadie uno ya sospecha más o menos dónde se gestó. Pero si todo el mundo está contento no hay que darle vueltas, nada más que decir.
Mientras, por aquí, nos quedamos con los separatistas que dan la cara aunque siempre la muestren 'enfurruñada', pero ya los conocemos y los iremos lidiando con paciencia. Ya saben, «un poco de pasta basta». Y los Puigdemont que se vayan.
Lo peor son los separatistas tapados tipo Illa, que pueden hacer mucho daño desde las instituciones. Mal comienzo al iniciar su mandato reivindicando la legalidad republicana y la amnistía o hablando de estado plurinacional, pero ¿qué se han creído?¿dónde viven? ¿y cuándo se paren a pensar que respiran en una monarquía parlamentaria consolidada y querida?
Habrá que permanecer atentos entonces, para que la suma de controles del Estado funcione de una vez y, a pesar de que disponen de policía propia vendida al procés, idioma impuesto, transferencias múltiples, autogobierno y trinque, no se olvide en el futuro que ni embajadas, ni ejército, ni pasta del bolsillo de los demás y ya se irá comprobando poco a poco como la región y España progresan.
Lo malo de la política es que ha ido erosionando la economía y la convivencia en Cataluña, la moderna, también modernista y próspera región de antaño, pero que si lo que por allí queda del Estado funciona, irán mejorando las cosas.
Pero que no piense esa burguesía desclasada e ingrata, ya un poco empobrecida, que se saldrán con la suya porque nosotros, con la ley, con el juez Llerena y gente como él, estamos razonablemente tranquilos.
Aunque eso sí, que no se insista con las euro-órdenes para traer de vuelta a Puigdemont, que a ver dónde le metemos.
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