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«México Lindo y Querido» es el título de una dulce ranchera de Chucho Monge (1945) cantada por el maestro de mariachis Jorge Negrete, aquella voz irrepetible de mediados del siglo pasado, probablemente la mejor de la historia en la canción mexicana.
La letra y ... el propio título expresan un sincero amor por esa nación querida, tan correspondido en nuestro país, desde donde se irradia siempre un cariño embelesado, el mismo que expresa la melodía. Somos países hermanos por nuestros mismos apellidos y también por nuestra mezcla y nuestro corazón enamorado.
Ahora atravesamos tiempos difíciles y confusos a consecuencia de la exigencia caprichosa de Andrés Manuel López-Obrador (AMLO), su anterior presidente, de que pidamos perdón por los excesos que se hubieran podido cometer en la colonización española, lo que él llama «atrocidades sobre el pueblo azteca». Su sucesora, Claudia Sheinbaum, sigue con la misma pretensión antojadiza, provocando una tremenda fractura en nuestra relación, que ahora se complica de nuevo con el veto a nuestro rey Felipe VI, impidiendo su asistencia como Jefe del Estado a la toma de posesión de la nueva presidenta, en actitud populista e insultante.
Una afrenta que se tardará mucho en olvidar, teniendo además en cuenta que nuestro Rey asistió desde niño nada menos que a 54 tomas de posesión presidenciales en los diferentes países hispanoamericanos de diversos signos políticos. El Gobierno de España, indignado, actuó en consecuencia no enviando al acto a ningún representante y confirmando la quiebra diplomática, provocada en este caso por personas de lejano origen español y antigua relación de convivencia entre nosotros.
Desde luego «no hay peor cuña que la de la misma madera», como dice bien nuestro rico refranero en el idioma de Cervantes, que también aportamos a la colonización y que se conserva allí intacto y enriquecido, que más hubiera requerido agradecimiento que reproches en justa correspondencia.
No es el momento de relatar las aportaciones de lo español a la colonización aunque podríamos citar un listado innumerable de fundaciones, escuelas, catedrales, edificios singulares, universidades, generosidad en la conquista o leyes protectoras del indigenismo de los «pueblos originarios de México», como a AMLO le gusta denominarlos.
Por cierto, se conservan intactos 70 de ellos, viviendo en el mismo lugar y con su densidad de población multiplicada desde hace siglos. ¿Podrían decirnos cuántos pueblos también «originarios» viven en EE UU? ¿Y dónde? De los pocos que quedan después de la colonización anglosajona. Sería bueno explicarlo para mejor entender muchas cosas y también otros hechos históricos menos conocidos:
Era el 30 de Junio de 1520 cuando se produjo, por ejemplo, 'La Noche Triste de Tecuaque', en el término de Calpulalpán, cuando las tropas españolas se retiraban de la capital azteca de Tenochtitlán -que más tarde recuperarían- acosados por los indios aztecas, un pueblo primitivo dominador de los demás en aquel momento. Una tribu cruel y sanguinaria que practicaba el canibalismo. «Tocuaque, donde se comían a la gente española», dijeron las crónicas de aquella batalla perdida.
No parece que haya que pedir perdón entonces, al haber promovido la entrada de la civilización en México, sino reconocer lo positivo de tantas luces y lo inevitable de algunas sombras en la conquista española.
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