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«Alucina vecina», señalaba una muchacha en grupo al ladito de mi mesa de terraza. Creo que se refería al jaleo de la Semana Grande en el pleno bullicio de la gente. Hablaban 'a voz en grito' con esa desfachatez, esa frescura que dan los ... pocos años y el consiguiente optimismo de la edad. Pudimos escuchar, sin pretenderlo, montones de expresiones y frases hechas desternillantes, que creo que nos estaban dedicando a los mayorcitos bien mezcladas, eso si, con algún que otro taco, todo hay que decirlo.
Fueron fluyendo espaciados: «Qué nivel Maribel», «estás que te sales minerales», «dónde vas bitterkas», «echa el freno magdaleno» y alguna otra. Así, hasta que de pronto llegó un nuevo miembro al grupo. «Hola, cazador sin pistola», le dijo una voz femenina, que no supimos bien como interpretar. Pero se fue enseguida, «abur Ben Hur», «see you later alligator», despidiéndole. Todo alucinante y gracioso la verdad.
Estábamos preocupados porque esta generación, ya totalmente digital a consecuencia sobre todo del uso del whatsApp con los apócopes, las metáforas, las frases entrecortadas y la ironía –al menos ésta no parecía una mala costumbre–, hubiera convertido en regla sus conversaciones atropelladas a través del móvil. Pero esto es otra cosa y nos pareció un hallazgo sorprendente.
Así son y fueron siempre las cosas, aunque nosotros, los de mi generación, creo que éramos en general algo más cultos en algunas cosas y además no manejábamos botellón y resaca semanal de dos días. Era todo más tranquilo y espaciado… pero sí que manejábamos cigarrillos y algunos desgraciadamente otras cosas, que no sé qué será peor, ya saben: Marvel, Chester, Bisonte, Ducados, Celtas, picadura… según fuera el bolsillo.
Vamos, lo mismo que ahora, pero con menos faltas de ortografía y mejor letra –santa y abandonada caligrafía– aunque, eso si, lo de «hacer el amor y no la guerra» unido a los Beatles o a los Rolling Stones con las florecitas hippys, fue insuperable para cualquier generación que lo intentase. Porque al fin y al cabo, en muchas cosas, como por ejemplo lo de las guerras, seguimos en las mismas, con dos o tres funcionando en el mundo a la vez tal y como sucedía en aquellos tiempos del cuplé. Cambiaron los pelos largos y las patillas por este corte de pelo rapado detrás de las orejas inasumible… pero todo lo demás igualito.
Bendita juventud que es como un lienzo en blanco y para recorrer la vida restante se puede lanzar sobre ella toda la pintura que se quiera. Y si es de colores alegres, mejor, porque serán felices como lo serán estos días con los políticos de vacaciones, ¿se puede pedir más?
Es que «todas las personas grandes han sido niños antes… pero pocos lo recuerdan» ( El Principito).
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