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Si uno escucha a una pareja de hecho, o mejor 'de hechos' llamados Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Shienbaum, enseguida piensa que está oyendo resentimiento en la voz de dos aztecas mejicanos de pura cepa, indignados ante cualquier injusticia cometida sobre sus antepasados. ... Pero claro, estábamos ante un par de populistas/comunistas tratando de fabricar demagogia para ocultar sus propias miserias.
Sobre todo al comprobar sin esfuerzo como sus apellidos nos hablan de raíces españolas y alemanas de forma incuestionable, tratándose entonces, de dos desagradecidos descendientes de europeos que ahora queriendo pasar por indígenas nos exigen que pidamos perdón por las «atrocidades « cometidas en El Descubrimiento de América y en la colonización de México. Esa demanda de un ejercicio de atrición de España lo mezclaron con similar exigencia a la Iglesia Católica por su responsabilidad en la evangelización española y además con un insulto calculado a Felipe VI al ser vetada su asistencia a la toma de posesión de la presidenta Sheinbaum. Nuestro Rey no ha faltado jamás desde que era niño a la toma de posesión de ningún presidente hispanoamericano, y fue recibido siempre, en los 54 actos de este tipo a los que asistió, con los honores y el respeto debidos.
Ahora esta 'pareja de hechos' AMLO-Sheinbaum han urdido atacar a España, insultar a su rey y por lo tanto ofender a todos los españoles y también a la Iglesia Católica como responsable de nuestra evangelización.
El Santo Padre en su infinita bondad decidió pedir perdón sin que comprendamos bien el porqué. Pero seguro que tendrá que ver más con su amor al prójimo y su relación de amistad personal con AMLO que con la reclamación al Vaticano y la solicitud de reivindicación de las figuras de los sacerdotes Hidalgo y Morelos, descendientes de españoles que participaron portando armas en la guerra de Independencia mexicana contra España.
José María Morelos Pavón y Miguel Hidalgo Costilla fueron excomulgados por el obispo de Valladolid en 1810 al haber atentado contra la obediencia debida y el quinto mandamiento de la Ley De Dios.
Nuestra nación, su gobierno y el pueblo -ahora de forma unánime- se negaron a pedir perdón. Exceptuando unos cuantos antipatriotas conocidos que suelen hacer el ridículo, mezclados en nuestras instituciones democráticas. Pero deberían de observar como el mundo anglosajón trató a los indígenas cuando colonizaron otros países y como España y sus leyes desde los Reyes Católicos protegieron la vida y la identidad autóctona tras la colonización, con algunas sombras, pero mezclando y favoreciendo nuestra unión y nuestra sangre. Por eso, hermanos.
No debería entonces exigirse perdón, sino mostrar agradecimiento de que 500 españoles, 16 caballos y 4 perros conquistaran un territorio poblado por cientos de miles de indígenas -en aquel momento sojuzgados por los propios aztecas- llevando el progreso y la evangelización a sus territorios.
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