Secciones
Servicios
Destacamos
En este preciso momento necesitaríamos un poco de estrés, aunque siempre sea interpretado como un estado emocional denostado del que todo el mundo trata erróneamente de huir. Sin embargo, el estrés no es malo para todo. Surge siempre ante temas que tienen resolución; ante los ... que no la tienen, solo existe fracaso, frustración…
Por el contrario, es muy fácil detectar en la sociedad actual actitudes pasotas que nos están haciendo mucho daño. Se trata de conductas 'cobardicas' que son el resultado de una anestesia o al menos de una sedación en la sociedad, que no reacciona ante las cosas que pasan. Una especie de 'sufre mamón' en la que esta España nuestra se lleva lo merecido.
Sin el resorte acción-reacción es imposible luchar y mucho menos mejorar o cambiar el comportamiento social y hoy no se está por la labor en los enormes caladeros de indolencia existentes donde no se pesca precisamente el orgullo, la verdad o el patriotismo.
Se pueden poner muchos ejemplos que lo demuestran, es muy fácil, aunque el mero hecho de tratar de comprenderlo es la demostración palpable de que algo sucede.
Una sociedad que se muestra inquieta sobre el confort de los perritos, en loable proceder, legislando para su cuidado, mientras –sin reaccionar– ante sus ojos se multiplican los abortos (120.000 el pasado año) cuando existen 31 métodos anticonceptivos diferentes y además implanta poco a poco en su sistema sanitario la eutanasia en aras del progreso y la modernidad, es que padece algún tipo de defecto patológico. Si por ende ya casi nadie lo denuncia y, todo lo más, esporádicamente aparece un comentario melifluo desde nuestra acomodada Conferencia Episcopal en los medios de comunicación, es que no tenemos fácil remedio. Existe una gran inquietud sobre lo pequeñito y nos olvidamos de profundizar en los grandes temas.
Eso lo sabe bien el Gobierno, que nos distrae en plan 'nunca mais' a consecuencia de la aparición de unos cientos de bolitas plásticas en nuestras playas que son recogidas minuciosamente entre la salitre por nuestros políticos en las mañanas –suponemos que para jugar a las canicas en cuanto mejore el tiempo–, mientras se abre por las tardes la cancela de las cárceles con la llave de la amnistía, lugar donde deberían de estar alojados los sediciosos malversadores catalanes que ya habían sido juzgados y condenados. Preparando además varios tipos de ayuda a terroristas con el fin de que sean bien tratados en sus condenas mientras organizan sus fiestas-botellón de bienvenida. Todo, además, bien regado de dinerito y de concesiones.
Al mismo tiempo nosotros, viviendo en la inopia y clavando en nuestro sentimiento cosas sencillas mientras las muy gordas viven alrededor, permaneciendo éstas en ese espacio huero, en el espacio negro de no mostrarse, en el del olvido. Vamos, como Mozart ante ciertas cadencias sencillas concediéndole una tristeza especial al tono de sol menor sin saber por qué (anoche, Mozart en el Ateneo 'El rapto del Serrallo').
Nos preocupamos, por ejemplo, de escuchar atentamente al hijo de un reconocido jurista en su visita a la televisión tratando de inducir comprensión –por 40.000 euros según fuentes– en 'prime time' y con 'prime' desfachatez, tras un desvergonzado incidente que ocupó días en nuestros televisores alternando con la paternidad no deseada de Bertín Osborne, que también supuso una gran inquietud ciudadana. Otra vez atendiendo a lo banal sin enterarnos de nada.
Porque al mismo tiempo y en las mismas cadenas se descubre que nuestros jóvenes-niños entre 12-15 años de edad, consumen a diario pornografía en una proporción desmesurada cercana al treinta por cien de ellos. Con retirarles el móvil de la escuela, cuando realmente nunca debería de haber entrado y un comprensible «son cosas de la adolescencia» hemos despachado el asunto.
Otra vez actuando en lo pequeño sin analizar lo gordo. ¿Cómo es posible que nuestros jóvenes-niños visiten páginas pornográficas en casa y escuela sin sentir vergüenza propia y no tengamos la desesperada intención de resolverlo sufriendo vergüenza ajena y de darle prioridad en nuestras inquietudes? Algunos querían cambiar el sexo de los niños y el coco de los mayores y parece que poco a poco lo están consiguiendo.
Estas cosas también son piedras en la mochila y no se sabe bien si podremos atravesar con ellas el río de la convivencia cuando consumimos nuestro tiempo entre el terraceo, la subvención y el trabajo público acomodado, mientras nuestros jóvenes más valiosos hacen el pasaporte y nosotros silbamos.
No se si seremos capaces entonces de quitarnos las gafas de ver todo negro o si encontraremos las de verde esperanza. Es que cada vez vemos menos. Necesitaríamos un poco de estrés.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.