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Los salmones se han vuelto respondones y ya no pican. «Han aprendido mucho», dijo Álvarez Cascos, un experto tratando de atrapar al campanu. Toda la vida haciendo músculo contracorriente, haciendo lomo para subir y ahora se les lleva en volandas con balsas prefabricadas, pero no ... es lo mismo y ya no pican, esperan comodones el alimento. Se han hecho perezosos, es como si estuvieran subvencionados, pero qué quieren que les diga, un poco sí lo están.
Y tampoco picamos los demás, que también «hemos aprendido mucho», y cuando nos empiezan a contar el rollo de Cuelgamuros (antes Valle de los Caídos) o de la familia Franco cerca de unas elecciones ya conocemos la cantinela. Fíjense también en los diferentes ministros de Fomento o de Obras Públicas o de Infrastructuras o de Transportes y Movilidad Sostenible, cambian de nombre o de color pero con Cantabria poco cambio si exceptuamos a uno que fue puesto por la providencia pero por poquito tiempo y así no hay manera.
Todos los demás actuaron igual: uno de ellos, además de ir a por el campanu en nuestros ríos, nutría de paracaidistas las listas del PP mientras perforaba túneles y hacía carreteras en Asturias. También Pepiño, José Blanco, aquel ministro de las dudosas paradas en la gasolinera de Guitiriz (Lugo) que se rió de nosotros mientras construía los accesos a Galicia, una parte con nuestro dinero. Miguel Ángel Revilla 'le puso a caldo' pero se instaló en su risita maliciosa 'aguantalotodo' mientras hacía las maletas hacia el Parlamento Europeo.
Ahora, en estos momentos, estamos en las mismas: necesitamos una estación Intermodal para poner en funcionamiento el nudo de La Pasiega y nos pone grandes dificultades el ministro Óscar Puente, el insultón, mientras construye otra estación intermodal grandiosa en Valladolid, su patria chica.
Pero nosotros, como los salmones, ya no picamos y además estamos preparados para la pelea. Para ello hemos elegido a dos mujeres: la alcaldesa luchando para que funcione cuanto antes el MUPAC, las Bibliotecas, el Reina Sofía-Archivo Lafuente, dando facilidades a El Faro y completando un grandioso anillo cultural en el centro de la ciudad. Mientras, la presidenta Buruaga, discreta, eficaz, trabajadora, también ilusionada y a remar. Ambas, gracias también a la visión, entre otros, de aquel ministro de Obras Públicas al que le dio el tiempo justito para promocionarlas y enfocar lo más urgente. Cantabria está perdiendo los mejores años de Iñigo de La Serna. Ojalá se dejara pescar.
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