Justo recuerdo

Cuando el tiempo nos alcanza las emociones y desafectos políticos se allanan. Justo de las Cuevas fue un empresario del que los socialistas diferimos mucho y un político con el que acordamos lo esencial. Era un caballero de la política: leal y de palabra. Nuestra Comunidad Autónoma se debe muchísimo a su impulso.

Diputado constituyente en 1977, formó parte de los hombres y mujeres que hicieron posible la Transición en España sin ruido y en paz. El ruido era de otro tipo y ellos le silenciaron. Fue de aquella generación de políticos que renunció para construir; que reformó para no romper; que desecharon la intransigencia para abrazar la tolerancia; que hicieron del acuerdo su prueba de vida política expresada en la Constitución del 78.

La última vez que le visité en su casa, recordando aquellos tiempos, me decía. «Cómo se echa en falta hoy aquel espíritu de la Transición; cuánta palabra de más y cuántas ideas de menos». El entusiasmo que a veces en política sustituye al conocimiento, no le afectaba. Hay quien se quita y se pone las ideas como un abrigo. Tampoco era su caso.

Desde hace algunos años y algunas conversaciones, debajo de su apariencia robusta y seria descubrí una personalidad rica en lealtades, noble y firme en sus creencias, objetivo frente a las ligerezas políticas de unos y otros, y de un profundo amor a España. A su país.

A los que le amasteis, querida Pilar, deciros que su paso por la vida no fue efímero. Así lo afirmamos los que como yo, le respetamos con afecto sincero.