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El ámbito de la generación eléctrica no ha tenido, precisamente, luz y taquígrafos. Nunca le ha interesado al poder político y económico iluminar con claridad ... sus tejes y manejes en el que el terreno de la verdad siempre ha estado protegido por vallas y barreras electrificadas, para que nadie pudiera pasar y ver. Es un campo tan oscuro, cargado de intereses económicos y políticos, de visiones partidistas, de puertas giratorias (buenos enchufes para estos tiempos), de pagos de favores, de hipotecas por las malas decisiones de otros, de especulación y de falso juego de la oferta y la demanda.
Lo que no estoy dispuesto a admitir es que, además, los mismos lobos con piel de cordero vengan a convertirse en salvadores de la patria eléctrica cuando son ellos, los poderosos, los únicos que siempre han actuado a su antojo. No queremos que nos salven ni que nos nacionalicen en un modo de gobernar a golpe de decreto. Es mucho más sencillo que todo eso, salvo en el corto plazo, en el que no nos va a quedar más remedio que achicharrarnos en la parrilla eléctrica de unos precios que han crecido a la velocidad de la luz.
¿Qué tienen que hacer? Desregularizar el mercado, abrir las puertas a la energía nuclear, mucho más barata y tan segura (hoy en día) como cualquier otra, fomentar la libre competencia en la que el que sea más eficiente pueda cosechar los mayores crecimientos del mercado, dejar de colocar a los políticos de carrera en puestos en las eléctricas y sobre todo, reducir para siempre el impuesto de la electricidad a un adecuado 4%; quien piense que es un bien de lujo que tire el primer voltio. Por tanto, fuera regulación, mercado libre, inversiones en nucleares y en energías renovables, liberalización del sector, impuestos reducidos y cero hipotecas de tiempos pasados.
Es cierto que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se encarece; esto diría hoy Lavoisier o más bien que se transforma en dineros en los bolsillos de los especuladores: compañías de gas, distribuidoras eléctricas y políticos compinchados con ellas. En los próximos meses tendremos que aguantar el calambrazo que nos han provocado, pero tengan el cuajo y lo otro que hay que tener, para, de una vez por todas, delimitar un terreno de juego que no perjudique a los de siempre, a los que tenemos que pagar las facturas de cada mes.
Señores gobernantes, den a luz un nuevo escenario de la energía. Encárguense de garantizar su disponibilidad en el territorio nacional, esa es su misión, no la de controlarla y reglamentarla a su mejor antojo. Y, por favor, no hagan demagogia con algo tan esencial, hagan su trabajo y planifiquen un escenario menos chisporroteante que el actual.
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Ana del Castillo
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