Una lámpara oscura
CON SOL DENTRO ·
Hay que desconectarse para estar conectadosSecciones
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CON SOL DENTRO ·
Hay que desconectarse para estar conectadosEl teléfono móvil, convertido en centro operativo de la vida diaria, es un agujero negro. Cuando permanece en reposo, su pantalla oscurísima nos llama. El ... aparato, como una moderna lámpara con genio dentro, se ofrece a cumplir nuestros deseos. En lugar de frotar, hay que desbloquear. Basta con deslizar suavemente el dedo por su superficie de un cristal muy pulido, para que se haga la luz y un inagotable mundo de posibilidades brille de pronto en nuestras manos. El teléfono ejerce una atracción de la que hay que defenderse ejerciendo una resistencia activa de igual o superior fuerza en dirección contraria. Es como estar en la orilla del mar con el agua por la cintura y una fuerte corriente tirando de nosotros hacia el interior. Debemos poner de nuestra parte para no ser arrastrados: tensar los músculos de las piernas, clavar bien los pies en la arena, caminar hacia la orilla. El móvil tiene como objetivo captar nuestra atención, secuestrarla. Un cuchillo no susurra: «ven». Tampoco un tenedor o un alicate. Son herramientas a las que acudimos cuando las necesitamos, jamás cuando no. Nadie se imagina yendo a por un rastrillo de forma compulsiva en un momento de vacío y aburrimiento, ni acariciando una cuchara mientras va a orinar, tampoco observando un cascanueces nada más despertarse. El móvil es una herramienta llena de posibilidades que esconde en su interior, a la vez, un corazón oscuro, retorcido y perverso. Cada vez que desbloqueamos el móvil, nos apartamos de la carnalidad de la vida y entramos en el mundo de la atención fragmentada, de las interrupciones. Quizás esa dificultad de atender concentrados durante un tiempo sostenido a una sola cosa sea la principal amenaza de estos aparatos. La vida requiere de atención, de concentración. Todo lo significativo pasa por estar atentos en lugar de distraídos. Hay, en definitiva, que desconectarse para estar conectados. Porque cada vez que la pantalla se ilumina sucede que, justo al mismo tiempo, el mundo físico que nos rodea se apaga un poco. Y nosotros, que hemos sido capturados, nos encontramos de pronto en otro sitio: es un agujero negro, aunque parezca que no.
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Ana del Castillo
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