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La gira emprendida por el presidente Pedro Sánchez por Colombia, Ecuador y Honduras llega en una delicada coyuntura de las relaciones entre España y Latinoamérica. La preponderancia de Gobiernos de izquierda populista con fuerte influencia del chavismo venezolano no es el mejor escenario para facilitar ... la presencia y el desarrollo de las inversiones empresariales. Por otro lado, la corriente revisionista de la época del descubrimiento y el indigenismo de nuevo cuño están trastocando las relaciones emocionales de países amigos con la antigua metrópoli. Los últimos años hemos asistido a un progresivo enfriamiento de las relaciones políticas e institucionales mientras que el sector más izquierdista del Ejecutivo de Sánchez ha mantenido una agenda propia, en paralelo, que ha provocado desorden y confusión en nuestra política exterior con el continente americano. Sánchez viaja a Colombia pocas fechas después de la polémica alimentada por Podemos sobre si Felipe VI desairó al flamante presidente Gustavo Petro al no levantarse ante la espada de Bolívar. Más allá de las afinidades ideológicas del Gobierno de coalición con los nuevos Ejecutivos latinoamericanos, el presidente está obligado a personificar los intereses transversales, económicos, culturales y sociales de la España histórica y moderna. La diplomacia española ha configurado la gira por estos tres países, dos de ellos de menor peso político y económico (Ecuador y Honduras), como de marcado carácter empresarial para posicionar a nuestro país en mercados emergentes y ante la penetración incesante de potencias como China y Rusia.
El propósito es encomiable y probablemente las más de 800 empresas españolas que operan en Colombia se verán beneficiadas ante un nuevo gobierno de izquierda populista con querencias nacionalizadoras. Con la cumbre iberoamericana en la agenda para el primer trimestre del próximo año, el viaje de Sánchez debería poner los fundamentos de una nueva etapa de recuperación e impulso con España y el conjunto de la Unión Europea para evitar que el hueco actual se vaya agrandando y se debiliten nuestros lazos económicos y culturales. Pero en la última fase de su presidencia Sánchez tiene abiertos varios frentes diplomáticos además del latinoamericano que no debiera descuidar: Argelia, Marruecos y Francia esperan una acción decidida para afrontar el reto del gas, la inmigración ilegal y el problemático gaseoducto entre la península ibérica y Europa central.
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