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El pasado 16 de junio fallecía en Managua Edén Pastora, luchador contra la dictadura de Somoza y un demócrata convencido. Pastora ha ofrecido al mundo un ejemplo de valor, rayano en la temeridad, y un testimonio sincero de cómo algunas utopías terminaron en dictaduras, ... en cárceles, crímenes y represión. A este intelectual, alzado en armas contra Somoza, bien se le puede adjudicar aquella frase de Pitigrilli: «En el arte, se nace incendiario y se muere bombero» extendiéndola fuera de las fronteras del arte.
Pastora fue quien encabezó, en agosto de 1978, la toma del Palacio Nacional en Managua, un golpe armado que fue el principio del fin del régimen impuesto en Nicaragua por Somoza. Cuando finalmente los opositores lograron liberar al pueblo nicaragüense, Pastora comenzó a ver que el nuevo orden no era, ni de lejos, el país de libertad y progreso que él había soñado, sino que la dictadura somocista se había trocado en otra comunista. Un régimen de opresión que a día de hoy pervive bajo el férreo control de Daniel Ortega, que gobierna con mano de hierro el país durante los últimos trece años.
Edén Pastora nos ofrece la lección del desengaño de los paraísos comunistas, de la falsa leyenda del hombre nuevo y de que, tanto el fascismo (en sus diferentes corrientes) como el comunismo (con tantas o más ramificaciones) no son caminos de libertad y progreso, sino estructuras opresoras que erradican la identidad personal para sumirla en «lo colectivo». Fiascos que, en muchos casos, costaron millones de vidas. Los logros de los regímenes totalitarios están en las paginas de la historia reciente para que, quiera aprender, sepa a donde conducen las ensoñaciones.
Recuerdo la tarde en que conocí a Edén Pastora. El Comandante Cero estaba en Santander, invitado por su amigo Federico Lucendo Pombo. En su casa, Federico, gran conocedor de la historia de la América hispana, nos citó a un grupo de amigos para charlar con Pastora. Una de las salas de la casa de Lucendo Pombo, en el Muelle, es un santuario americano: cartas de líderes colombianos, fotos con políticos y escritores de Hispanoamérica, piezas de museo y libros, muchos libros, para profundizar en la historia. Allí hablamos con el Comandante Cero que nos contó su misión en Estados Unidos para tratar de mediar entre el gobierno cubano de Fidel Castro y el, en aquel momento, presidente de los EEUU.
Edén Pastora presentó una fotografía panorámica de algo que, por evidente, pasa desapercibido: el imperialismo cubano. Contaba el político nicaragüense que había sido enviado a Estados Unidos desde La Habana para sondear al gobierno norteamericano. Regresó con un mensaje para los hermanos Castro: los EEUU no tienen ningún interés en dificultar la política interna del gobierno cubano, pero lo que no estaban dispuestos a admitir es que el castrismo siguiera con su expansión militar en África (Angola, Mozambique, Etiopía…) y en América, tras la presencia armada de Che Guevara en Bolivia y el apoyo a los terroristas en diferentes países de Centroamérica y el Cono Sur. Un hecho de todos conocido, la presencia del ejército cubano en África, apoyando a una de las facciones angoleñas, y la actividad contra los gobiernos centroamericanos activada desde La Habana, no eran otra cosa que pura injerencia imperialista… disfrazada de la lucha del pueblo contra la oligarquía opresora.
Edén Pastora, joven luchador contra la dictadura sangrienta de Anastasio Somoza, tuvo el coraje de asaltar el parlamento en Managua, retener a los diputados y senadores y lograr la liberación de presos políticos. Fue quien se jugó la vida, mientras los más duros comunistas se quedaron en retaguardia para, más tarde, hacerse con el poder en el pequeño país centroamericano… y hasta hoy.
El fallecimiento del Comandante Cero debe servir en el presente para que no olvidemos que el pueblo cubano sigue bajo la dictadura comunista, un régimen totalitario que persiste durante sesenta años. La grave situación que padece el pueblo venezolano ha producido un silencio sobre la dictadura cubana, pero no es posible olvidar que uno de los regímenes comunistas más longevos sigue en pie. Y que millones de cubanos viven en el exilio.
El fracaso del sistema comunista es la prueba fehaciente de que sin libertad no hay progreso, ni bienestar. Cabe preguntarse la razón por la que un país, con enorme riqueza natural, con un alto grado de formación cultural que ha conocido la democracia, como es Cuba, no ha logrado recuperar los niveles de renta que ya existían en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. La coartada del bloqueo norteamericano apenas sirve para velar el desastre del sistema económico de una nación incapaz de poner el pie los servicios básicos de transporte, producción y distribución.
De la trayectoria vital, intelectual e ideológica de Edén Pastora se deprende, como corolario de un ciclo vital intenso, que la libertad y la propia capacidad humana para desarrollarse son elementos esenciales como cimientos de la humanidad. Cualquier doctrina totalitaria fracasará si colisiona con ellos.
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