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El episodio del «pactus interruptus» (como lo ha llamado el presidente del Partido Nacionalista Vasco) entre PSOE, Podemos-IU y Bildu para la derogación total de la reforma laboral ha situado a los españoles del modo más inopinado ante la nuda realidad. Por un lado, ... el colectivo que nos gobierna es una mezcla de gente sobradamente preparada y de… otra gente. Que haya personas con poder que no entiendan que vivimos en un mercado común europeo, y que las alteraciones de la legalidad laboral no pueden tener en cuenta solo consideraciones ideológicas nacionales, significa que todavía no se han enterado de nada. Lógicamente, la señora Calviño, que sabe algo de la Unión Europea, fue la encargada de reventar aquel acuerdo. Lleva ya más paradas que Oblak en el Aleti y la veo en la selección como indiscutible para la portería.
Por otro lado, la alegría con que se cerró el pacto (para cinco abstenciones que además no eran necesarias, como ha subrayado el presidente de Cantabria), en un asunto que es vital tanto para la concertación social nacional (sindicatos y empresarios) como para la parlamentaria (comisión para la reconstrucción, sustituta de los Pactos de La Moncloa que el propio Gobierno propuso en busca de un consenso) revela que la cúpula se rige por el día a día, el tacticismo y el no mirar al horizonte del país; de donde viene una ausencia total de criterio que no sea llegar a la medianoche sin haber cesado en el cargo. Que además se haya dado la baza a Bildu el día en que a la vicepresidenta del Gobierno vasco y líder del PSE-PSOE la acosaban los abertzales con desperfectos en su vivienda es algo que dejo a la consideración de usted.
Desde el PRC se ha subrayado que parte de la letra del pacto con Bildu implicaba también discriminación para las administraciones no vasco-navarras, aparte del roto que podía hacer en las empresas y en el mercado de trabajo. Sin embargo, con cada crítica de fondo que pronuncia, y últimamente suma bastantes, el regionalismo va convirtiendo en inexplicable su coalición en Cantabria. Un personaje de una obra de Enrique Jardiel Poncela le decía a otro, para subrayar incompatibilidad personal: «Usted y yo no nos vamos a poner de acuerdo ni sobre la fecha del descubrimiento de América». La rumorología ha subido unos cuantos decibelios últimamente. El rumor no es la noticia, pero es noticia que haya un rumor.
El plan inicial de legislatura española tenía sus mimbres: políticas sociales y acomodar a nacionalistas exigentes. No parecía extraordinariamente viable, pero nunca se sabe. Ahora, sin embargo, se requiere política económica y coordinación nacional, que es lo que los socios nunca creyeron que tendrían que hacer, sino que seguirían gastando la herencia del tío Cristóbal. Ahora los pescaderos políticos que vendían el besugo socioplural tienen que salir a pescar, en mares procelosos, la sardina econonacional. Mucho más duro, mareante y peligroso.
Para Cantabria, una vez más, suenan todas las alarmas de proyectos que pueden quedar sobre la mesa. Desde 2018 se ha roto el hilo de continuidad en las acciones. Tres años con un mismo presupuesto nacional lo dicen todo. Pero si los españoles seguimos premiando que no se haga nada, habrá cada vez más candidatos sincera y vocacionalmente comprometidos a no hacer nada en absoluto. Siembras lechugas, salen lechugas; si sale algo. Este es el resumen de la 'Política' de Aristóteles.
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