Las lejanías del tren

La gente ya no viaja en tren, ni de cerca ni de lejos. Todos nos lanzamos a la carretera. No importan los accidentes, ni el precio del combustible, ni las multas, ni los peajes, ni los problemas de aparcamiento, ni la inquietud por la movilidad sostenible. Así que ¿por qué el Gobierno iba a gastarse dinero en mejorar el servicio de trenes? ¿Que dicen que los usuarios de Cercanías están en pie de guerra porque les toman el pelo con retrasos, cancelaciones, averías y otras nimiedades? Pacienciaaaa... ¿Que alguien ha tardado dos horas desde Torrelavega a Santander? Qué se va a hacer. En todo caso, el Gobierno podría gastarse unos cuantos millones para reanimar la memoria histórica de los trenes, que eso sí que es importante, no vaya a ser que nos olvidemos de la relevancia que este medio de transporte tuvo en el desarrollo de las sociedades modernas, en la revolución industrial y en la democracia. Así que mejor que subir al tren es concienciar a la gente del valor social que tuvo hace un par de siglos y visibilizar la mala gestión de los Gobiernos anteriores dejándolo agonizar en túneles como el de la Engaña.

¿Alguien ha dicho AVE? Un fascista, seguro. El AVE es otra cosa. Eso es un tren para la gente importante, la que vive en lugares de categoría, no en puebluchos que siguen con vagones de la dictadura de Franco. A esos, ni agua.