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Comentar los Presupuestos del Estado consume demasiada energía propagandística. No necesitamos averiguar si suben o bajan, lo que interesa es que se cumplan. Porque ... el papel se acaba mojando con las lluvias de abril y ninguna Nochevieja llega todo lo prometido. Otros compromisos se repiten en el sueño de la marmota: las altas velocidades, las décadas que llevamos soterrando estaciones o las vallas del puerto que en vez de caer –contra toda predicción– se han hecho más altas. Más que los vaticinios, convendría discutir las realidades en las liquidaciones anuales.
Así, siempre tenemos un sueño por conseguir, una eterna promesa para esta arcadia donde –pásmense ustedes– no hace falta poner multas en el carril bus, heredero del MetroTUS, porque somos tan cívicos que no cometemos infracciones. Nuestras autoridades municipales se han dado cuenta tarde. Tras instalar un inmaculado sistema de 41 cámaras de vigilancia confiesan ahora que no hacen falta. Quizá las necesite el profesor Agüeros –aspirante a 'padawan' de Villarejo– para perfeccionar su presunto ministerio de adulterados espionajes universitarios. En el ránking de incoherencias, mención especial para el rector de la UC. Cuando publican grabaciones sobre él, dice que están chantajeando a la universidad. Cuando publican grabaciones sobre el catedrático Coto, le abre una investigación. O nos tomamos en serio las dos grabaciones o no hacemos caso a ninguna, que como aconseja el esperpéntico sainete parece lo más congruente.
Retornando a la liturgia de nuestro civismo ciudadano, en un ejercicio de coherencia las autoridades también debieran renunciar –verbo que conjugan para justificar la inútil inversión en cámaras de vigilancia– al resto de multas en la ciudad. Bienvenido sea el libre albedrío del carril rápido. De la rotonda de Valdecilla, fracasada en su turbo acepción. De la trinidad popular de encontradas aspirantes que Maroto trata de embridar electoralmente. De cómo la alcaldesa de Camargo, en insólito desafío, desobedece al Tribunal Superior de Justicia de Cantabria negándose a expedientar al jefe de policía condenado por maltrato a un agente.
Si la autoridad milita en desobediente anarquía, quizá, efectivamente, nosotros seamos más cívicos que quienes nos gobiernan. Apuntemos esas cámaras hacia ellos.
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