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Tengo una costumbre que responde a un impulso que no puedo reprimir. Cuando visito casas de amigos se me van los ojos a las estanterías ... para ver su biblioteca. Miro los lomos de sus libros intentando encontrar una complicidad entre sus lecturas y las mías. También para ver posibles títulos que me puedan interesar. En algún caso me he ido con la propuesta de una nueva lectura y la promesa de devolución del libro. Y valoro tanto los libros, física y sentimentalmente, que soy de aquellos que los devuelven.

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