Liebres a la vista

Hay liebres ya muy señoriales, muy tradicionales, tanto, que sería incluso poco educado no sacarlas a dar un paseo esta vez. Pienso en La Remonta, apasionante tema de conversación por autoridades de todo nivel cuando las mañanas huelen a urnas frescas y papeletas de voto recién impresas. La Remonta podría ser tantas cosas...

El Frente Marítimo de la capital también tiene sus posibles e hipótesis concejiles. Las vistas son golosas, los redactores de programas se embelesan, llaman a un primo arquitecto, se vienen arriba. La Residencia Cantabria es tan aparatosamente el elefante en la habitación santanderina, que sería milagroso que no se sacara de nuevo a colación. La escalada del IPC y lo complicados que se van a poner los presupuestos creo que esta vez nos privarán de magníficos croquis para cruzar la bahía por arriba o por abajo. El negocio de la pedreñera puede dormir tranquilo.

Cada uno tiene sus liberes favoritas. Yo sueño con que el campo de prácticas de golf se traslada a Rostrío, por poner algo, y aparece o un gran jardín botánico o un centro de ocio y actividades sociales con mucho empleo y mucho movimiento. A veces incluso se me representa en los Campos de Sport una sólida zona comercial y un parque extenso que se une con Mesones, mientras que se construye un estadio moderno más adentro, con techo retráctil en plan Santander Arena. Cubrir, se iba a cubrir La Porticada, o también lo hemos soñado. Y Peñacastillo... para una montaña que tenemos, qué mal aprovechada.

Y ahí está el kilométrico muerto de Sniace, en los cruces de caminos cántabros y cantábricos. ¿Quién podrá resistirse a ese merengue? ¿No podría ir ahí el hospital y dejar el monte a las sardinas, como el mar a las liebres?