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Cantabria positiva ·
El ascenso clasificatorio de la Universidad de Cantabria y el descenso del Racing reflejan potencialidades de la región y también la fragilidad de escalaSecciones
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Cantabria positiva ·
El ascenso clasificatorio de la Universidad de Cantabria y el descenso del Racing reflejan potencialidades de la región y también la fragilidad de escalaSi hemos de juzgar por las clasificaciones, Cantabria tiene profesores e investigadores bastante mejores en lo suyo que los futbolistas en lo del VAR. La UC sube posiciones y se consolida en la élite de la educación superior; el Racing va cerrando una campaña ... muy desafortunada en la que, lejos de aspirar al feliz y suculento retorno a una liga de Primera que ahora lleva el nombre de la capital cántabra, se mentaliza para retornar a la trampa saducea de Segunda B, laberinto con mucho minotauro suelto.
La Universidad juega en la Liga Santander del conocimiento, como la ciudad aspira a situarse en esa misma división en el turismo de arte y cultura con los proyectos que, con diversas velocidades o lentitudes, van a configurar una oferta muy llamativa, acaso decisiva para las próximas décadas. Seguramente esta es una aspiración compartida en Valdecilla, hospital de referencia que no es que desee mantenerse en división de honor, sino que tendría muy complicada viabilidad si descendiera de categoría, por lo que todo esfuerzo de vanguardismo es poco.
Hay otras entidades, como el puerto, que un día fueron también de referencia nacional y ahora temen pasar a la Segunda B, con la bahía igual de estética, pero más estática. Como en el fútbol, inversiones acertadas y un mánager avispado hacen mucho, pero también, como en la Universidad, es esencial el espíritu de continuidad. En efecto, la posición de la UC se debe a que ya van cuatro rectores manteniendo una misma línea durante prácticamente veinte años (Jordá, Gutiérrez Solana, Gómez Sal y Pazos): cada uno ha preservado las ideas esenciales y ha hecho crecer el proyecto (casi todos también lo habían procurado en sus etapas anteriores como vicerrectores). El propio Ayuntamiento debe muchas de sus realizaciones a la continuidad entre unos y otros regidores y a una permanente innovación sobre una misma filosofía de trabajo.
En Liga Santander se quiso poner algún proyecto magno, como el de Comillas, pero ni el más optimista puede imaginar de dónde extraer fondos, no ya para hacer crecer la idea académica y cultural, sino simplemente para completar la rehabilitación arquitectónica del complejo seminarista. Otro aspecto importante para Cantabria es que la UIMP se esfuerce por jugar la Champions de las universidades. El rector Lluch me comentó una vez en una conversación en Caballerizas su ilusión por convertir esta Universidad en una especie de centro de estudios avanzados, como Princeton. Eso no depende tanto de los rectores como de los Gobiernos, especialmente el nacional. Irse a la Segunda B de las aulas de verano sería dramático.
Es decir, padecemos una fragilidad de escala. No hay grandes masas aportadoras a un Racing cuyo único salto cualitativo vendría de un músculo capitalista propio de una lista Forbes. Pero ni la UC puede ser sólo un centro de estudios provinciales, ni Valdecilla un hospital sólo para cántabros, ni el puerto un trasiego de producto montañés. Todos sus responsables durante años lo han tenido claro. Para que Cantabria juegue como región en la primera división necesita que la calidad y funcionalidad de sus proyectos sigan las mejores prácticas de programación y continuidad en la ejecución. Aunque los dineros son importantes, otros factores parecen igualmente necesarios: visión, liderazgo, tener pisado el acelerador de la gestión, equipos pequeños pero operativos y capacidad de contagiar a potenciales cooperadores. Una buena reflexión consistiría en repasar y enmendar lo que está en Segunda B o corre peligro de caer en ella (o no subir, si más abajo estuviera, tema que trataremos en otro momento porque afecta a varias comarcas interiores de Cantabria). La hidalguía del resultadismo es la pequeña nobleza de nuestro tiempo y, si bien miramos, la antigua behetría no era sino cosa de resultadistas.
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Ana del Castillo
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