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Los dirigentes de Vox Cantabria no se dejaron ver este 6 de diciembre en el Parlamento en el acto del 40 aniversario del Día de la Constitución. Ni el partido estaba invitado, porque no tiene representación institucional, ni ellos se animaron a acudir por su ... cuenta y dedicaron la jornada a ondear la bandera nacional en Castro Urdiales. Ya se conoce su escaso entusiasmo por el Estado de las Autonomías que tiene su máxima expresión en la Cámara regional, pero podrían haber tenido algún interés en familiarizarse con el viejo Hospital de San Rafael, ya que de todos modos esperan traspasar su puerta con los votos que consigan el 26-M.
En realidad, Vox no dejó de estar presente en el acto, en las invectivas que sin nombrarle le dedicó en su discurso Dolores Gorostiaga y en todos los corrillos. Los partidos cántabros intentan ahuyentar los malos presagios de que el terremoto de Andalucía pueda tener aquí alguna réplica en mayo, pero los indicios son evidentes. Si en las urnas andaluzas Vox acaba de contabilizar el 11% de los votos, no sería tan raro que en Cantabria alcance el 5%, donde se fija el umbral de representación parlamentaria. Sus dirigentes calculan eufóricos que más bien se acercarán al 10%, no menos de tres escaños, y unos cuantos concejales en los municipios importantes.
Es verdad que Vox todavía no tiene en Cantabria ni el esqueleto de una estructura ni líderes solventes, pero ya se vio en 2015 como Podemos y Ciudadanos llegaron al Parlamento con similares debilidades, sólo apoyados por la fuerza de la marca, por las ideas de sus movimientos, no por el alcance de sus aparatos.
Así que el PP cántabro ya puede estar encargando una nueva encuesta que, además de evaluar su resistencia frente a Ciudadanos y la pugna por el primer puesto con el PRC, también tome en consideración la pujanza de Vox, que tuvo su origen esencial en los descontentos con las siglas populares a las que ahora atacan con saña en las urnas.
También el PSOE podría pedirle a su sociólogo de cabecera, el santanderino José Félix Tezanos que preside el CIS, que introduzca más rigor y menos propaganda en sus estudios de opinión para que el partido aterrice en la realidad con menos estrépito de como lo ha hecho en Andalucía, con tantos miles de electores que se han quedado en casa, que han huido a Ciudadanos… y algunos a Vox. A la inacción y las corrupciones de la Junta de Susana Díaz, que eran las de siempre, se ha añadido ahora como un gran lastre el compadreo de Pedro Sánchez con las fuerzas independentistas. Los críticos del PSOE salen del letargo y dejan oír sus voces sobre la necesidad de rescatar al partido de la desmovilización constatada en Andalucía, por ejemplo con unas elecciones generales anticipadas, más temprano que tarde.
La unidad de España frente al golpismo en Cataluña, el freno a la inmigración, el rechazo al modelo autonómico. Tres pilares básicos del armazón ideológico de Vox que han sobrevolado los comicios andaluces y que seguramente seguirán teniendo peso en el calendario electoral. Artillería de grueso calibre con la que Vox se propone crecer en todas direcciones, también a costa de la izquierda, como ya lo han hecho otros partidos de ultraderecha en Europa.
El debut triunfal de Vox en Andalucía pone a cavilar a todos los partidos. La izquierda reclama un 'cordón sanitario' para aislar al intruso mientras PP y Ciudadanos no le excluyen de un pacto para el vuelco político, a ser posible sin contaminarse demasiado. Luego habrá que ver si unos y otros guardan estrictamente las distancias con el nuevo rival o compran algo de su mercancía. A Pablo Casado ya se le han oído en Andalucía pronunciamientos que rozan el larguero de la xenofobia. En Cantabria, el asunto de la inmigración no es tan sensible, al menos no tanto como el de Cataluña. Pedro Sánchez, ahora que ya ha comprobado cuánto penaliza a su partido el cortejo al independentismo, quizá termine por dar el bandazo y sacar del desván el banderón rojo y gualda con el que se envolvió antes de las elecciones de 2015.
En Cantabria opera, como siempre, el hecho diferencial del PRC de Revilla, en liza con los partidos nacionales. Vox también le quitará votos, se consuelan en el PP. El regionalismo, sin embargo, confía en la fidelidad de su electorado y recuerda que en 2015 fue el único partido que salió indemne del estreno de la nueva política con Podemos y Ciudadanos. Y confía también en el oficio y la cintura de su líder para moverse en el terreno del populismo, de los gestos y emociones hacia uno u otro lado del arco político. Revilla viene de lucirse en México como invitado de honor en la toma de posesión del populista de izquierdas López Obrador pero también sabrá explotar, cuando haga falta, su faceta de patriota español.
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