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Podemos contemplar en documentos y declaraciones las falsedades vertidas sobre el antiguo Hospital Militar de Santoña (mal llamado Chiloeches). Tal es así, que sólo disponemos de información objetiva desde que los franceses en 1811 instalan en «La casa de Isla» su Hospital Militar Napoleónico, ... así lo confirman las cartas y planos franceses, en los que se indica y localiza el Hospital con su «Ala Oeste». Estos importantes datos se siguen ocultando en las declaraciones y documentos oficiales, lo que refleja el desinterés hacia los valores históricos de todo el edificio.
Tras la partida de los franceses en 1814, encontramos el hospital en la primera relación oficial de hospitales militares del año 1832, y también en la descripción que hace Madoz en 1845. Posteriormente, asomará en muchos documentos de forma continuada, siempre con el nombre de Hospital Militar de Santoña. Por tanto y sin lugar a dudas, ha sido un edificio que ha cumplió funciones de hospital durante la invasión napoleónica y con el ejército español hasta 1928, para después pasar a ser la cárcel del partido desde 1935 hasta terminada la Guerra Civil. Tras esta contienda quedó desalojado el edificio y en 1948 albergó las escuelas municipales, hasta que en el año 1961 se inauguraron las nuevas escuelas de Juan de La Cosa. En los años sesenta, el propietario alquiló el edificio para albergar almacenes, talleres, locales sociales y comerciales y viviendas; hasta que en 2006 ETA hizo detonar una bomba en el «Ala Oeste», una explosión que aceleró el desalojo del edificio, iniciándose un proceso de ruina imparable que nadie con autoridad ha querido evitar. Hoy todo el edificio está en completa ruina.
Desde la Asociación en Defensa del Patrimonio de Santoña hemos solicitado reiteradamente que el edifico completo y su antiguo jardín sea adquirido por el ayuntamiento, para poder albergar un centro cultural y el Museo y Archivo Histórico de Santoña y la Merindad de Trasmiera; un espacio para la investigación, el fomento y la divulgación de los valores culturales de toda la comarca. Son muchos los acontecimientos históricos y culturales de Trasmiera que podrían estar dignamente representados en un edifico que cumplió un papel destacado en la historia de Cantabria, al ser un centro sanitario estratégico durante la Guerra de la Independencia, la Guerra Realista, las Guerras Carlistas y finalmente durante Guerra Civil. Además, por sus instalaciones pasaron reconocidos sanitarios: médicos, farmacéutico, profesores, conferenciantes, investigadores, miembros de la Junta Superior Facultativa, directores de la Farmacia Militar del Real Sitio de El Pardo y de San Ildefonso, Farmacéuticos y médicos de la Real Familia, impulsores del gran Bilbao, pioneros de la oftalmología, Caballeros de San Fernando, pioneros de la radioterapia y electroterapia en España, etc. Uno de sus últimos directores, Juan García Rojo, fue padre del prestigioso científico José García Santesmases, pionero de la informática en España. Curiosamente el «Ala Oeste» que se quiere derribar albergó los quirófanos del Hospital Militar de Santoña.
Por tanto, su nombre oficial no puede ser otro que el de «Antiguo Hospital Militar de Santoña» y así aparece denominado en la Orden Ministerial del 12/6/1972, con la que fue declarado Monumento Histórico Artístico a través de un expediente, que dicho sea de paso, es claramente insuficiente, al no describir el indudable valor histórico de todo el edificio.
Son muchos los intentos que se han realizado para borrar la memoria de este Hospital Militar, ya que tras la Guerra Civil se le conocía popularmente como el Antiguo Hospital o como la Cárcel Vieja, pero cuando en los años 80 del pasado siglo la especulación urbanística se hizo fuerte, se le rebautizó como Palacio de los Marqueses de Chiloeches, aunque este nombre es una falacia que oculta su realidad. No podemos llamar a nuestro edificio «Palacio de Chiloeches» porque el verdadero Palacio de Chiloeches fue destruido en 1867 para construir el actual Instituto Manzanero. Quizás se cambió su nombre porque la denominación de Hospital Militar lleva implícito el reconocimiento del valor histórico de todo el conjunto. Llamarle «Palacio de Chiloeches» permite asociar el edificio a la forma de un cubo al que le sobran todos los añadidos, como el «Ala Oeste», ala que tiene más de doscientos años y que quieren demoler para conseguir una rentable bloque de pisos. Como un «anexo sin valor» lo definen los partidarios del derribo y ahora los tribunales de Cantabria; «un anexo sin valor», como si de una excrecencia se tratara, que se puede y se debe extirpar. Se niegan las autoridades a declarar el valor histórico del «Ala Oeste», a la vez que permiten la completa ruina de todo el edificio, incluida la parte declarada con claridad como BIC.
La completa ruina del Hospital Militar se ha convertido en todo un ejemplo, en el síntoma de una grave dolencia que muestra el desprecio hacia los espacios naturales y culturales. De hecho, en los últimos sesenta años Santoña ha perdido más de 80 edificios con valor singular. Es lamentable que no se tomen medidas contra la destrucción de nuestro patrimonio.
¿Tendremos entonces que aceptar que las leyes en defensa del patrimonio se pueden incumplir impunemente y que debemos permitir que los responsables públicos sigan despreciando la opinión de los especialistas mientras consienten los reiterados atentados contra el Patrimonio cultural de Cantabria?
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