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Mira quién llama puta a la Zapatones», se decía en Santander, años ha, en alusión a los comentarios maledicentes sobre la afamada meretriz por parte ... de quienes, compartiendo la profesión, tenían menos éxito de crítica y público. En el amplio muestrario local de las mujeres populares de vida alegre, acumulado a lo largo del tiempo, no aparece la Zapatones, por lo que no consta si existió realmente o es una leyenda urbana. Fuera cierta o imaginada, pervive la frase, aplicable a los que censuran en los demás los defectos propios. Es probable que el rey emérito sea un caradura, calificativo empleado por el presidente Revilla en su feudo televisivo de 'El Hormiguero', pero ante el insulto -todo sea por la audiencia- conviene aclarar el significado exacto de caradura, que incluye, junto a la desfachatez, al sinvergüenza, el trincón, el mentiroso o el descarado.
La política y la vida están llenas de caraduras. Es frecuente, además, que un caradura llame caraduras al resto de caraduras. Cuando un político, el que sea, acusa al caradura debe comprobar antes si no es su imagen la que refleja el espejo. Es caradura el que roba, el que defrauda, el que se lo lleva crudo sin dar un palo al agua y quien medra en la denuncia y no en el mérito. Caradura es el que miente a sabiendas, promete cada año trenes imposibles y autopistas a ninguna parte, y lo vuelve a prometer al año siguiente y al otro y al otro. Lo es quien, nacido cántabro o elegido por Cantabria, vota en contra de los intereses de la comunidad en el Congreso o en el Senado, alzando su mano sumisa a la orden del partido que le asegura los garbanzos; y lo es quien abandona el barco que se hunde revistiéndose de una falsa dignidad. Pero existe un antídoto para el caradura.
Un axioma científico establece que no se debe perseverar en el error. Si un experimento falla, cambia algún parámetro o se repetirá el resultado negativo. No es distinto en política. Cuando un dirigente municipal, regional o nacional demuestra sobradamente su incapacidad, dale la oportunidad a otro, opta por una opción distinta. Y si a pesar del fracaso en la gestión, el declive económico y un camino abierto hacia el abismo depositas en la urna la misma papeleta, la culpa ya no será del inepto sino tuya; los caraduras de Cantabria que votan contra ella seguirán haciéndolo y proliferarán los caraduras sin espejo. Mas no es conveniente que sus iguales llamen puta a la Zapatones ni que los correveidiles aplaudan al que solo ve la paja en el ojo ajeno. Nos lo advirtió Quevedo: «y yo diré que es puto a quien parece / que no sois puta vos, señora mía».
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