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En mi particular opinión, el hueco dejado en la Avenida de Reina Victoria tras la retirada, por motivos de memoria histórica, del estéticamente irrelevante pedrusco conmemorativo de las brigadas navarras que ayudaron a que el ejército de los sublevados conquistara Santander en verano de ... 1937, debería ser dedicado a la propia reina. Y no por ningún afán monárquico, ya que los españoles en esto somos como la inversa de aquellos alemanes que, después de la derrota en la Primera Guerra Mundial, aceptaron la caída del káiser y se hicieron Räsonrepublikaner, es decir, republicanos de cabeza, no de corazón. Pero la importancia que tuvo la Familia Real para el desarrollo del Santander contemporáneo sí que resulta memorable, y la avenida homónima es un buen lugar para recordarlo, a menos de cien metros de donde recordamos a otro republicano de corazón y monárquico de acomodación, el periodista José Estrañi.

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